lunes, 9 de octubre de 2017

¿Quién soy?

Pueden cerrarte una, dos y hasta tres puertas, el fracaso es necesario para erguir tu cuerpo, soltar la ira y avanzar a nuevos proyectos, lo anhelado llega, sólo es cuestión de olvidarse del tiempo y progresar hacia un rumbo desconocido.

Puedes escuchar como dicen lo que no deseas oír, interrumpir con voz elevada pidiendo explicaciones, marcando distancia y hasta huir de espirales nefastas y sin final feliz. Pero entiendes que los triunfos avivan a los mediocres, la humildad arrastra tentaciones y la buena fe es manchada por titulares imbéciles. Aún así, serías capaz de volver al inicio de la historia y repetir cada punto, cada verbo y cada adjetivo porque el que nace con bondad alimenta el alma e inspira al espíritu.

Pueden traicionar la confianza, ahogar tus expectativas, olvidarse de quién eres y hasta argumentar que lo que hacen es para tu bien, sabiendo que el egoísmo no es más que la irrupción entre un "yo" enfermo y un "yo" desorientado. Pero comprendes que tus valores están arraigados contemplando la magia de la vida: lo preparado, lo cultivado, lo soñado y lo justamente pensado; que el tiempo organiza, madura y hasta sitúa.

Pueden llenarte de frases hechas, abrazarte sin energía, besarte sin pasión, mirarte sin traspasar el alma y hasta secar tu lágrima sin la empatía... Pero estás en proceso de cambio, en verte y darte cuenta qué necesitas, a quién necesitas y cómo lo necesitas, porque no todos tienen el privilegio de indagar dentro de tu ser.

Puedes descubrir que la felicidad no era tal como la pensabas, que estaba solapada de angustias y "ratos" de falsos espejismos, que estás en absoluto silencio y tienes pena, tristeza y te preguntas, pero qué es la felicidad realmente. Puedes llorar para aliviar el alma pero despiertas con lo mismo que ayer, puede huir de lugares y momentos... Pero sabes que el cambio hace efecto cuando la propuesta nace del sentimiento, que la transformación es una realidad cuando las palabras dejan de divagar y se hacen acción.

Pueden explicarte como es el eje de la vida, como hacen para existir, qué hacer para sobrevivir y muy pocos cómo llevar adelante el vivir. Puedes robar la vida de otros, crearte capas de estados mentales y hasta imitar acciones sin motivación. Pero comprendes, cuando te miras al desnudo que sólo eres un pasaje sin marca, un asiento ocupado de momento y allí, donde finalice el viaje, bajarás sin saber qué quieres y abrirás una maleta llena de dudas, temores y miedos.

Puedes fingir que el pulso no te tiembla, que la voz no se te quiebra o que el llanto no te corresponde, aun así deseas el abrazo, necesitas el cariño y hasta súplicas el hombro, olvídate de lo que eras y aprende de nuevo, es sano, tierno y hasta humano.

Somos lo que realmente ignoramos ser.


sábado, 19 de agosto de 2017

Respeto, prudencia y comprensión

Frente a la crueldad y la atrocidad, la mejor postura del ser humano debería ser el respeto. Prudencia en lo que se dice y consideración en lo que se hace.

Cuando mezclamos las opiniones enraizadas con ideologías creamos un debate que carece de argumento maduro y cae en lo mundano y lo más denigrante: "yo haría" "yo... Yo y más yo". Damos inicio a una visión personal creyendo que el resto no tiene la posibilidad de expresarse dignamente sin faltar a los derechos, las libertades y los deberes. Aprendidos de generación en generación y respaldado por la ley que involucra a todos, en igualdad.

Cuando verdaderas aberraciones provocan el dolor de una sociedad es más fácil encerrar y generalizar, básicamente tropezar nuevamente en las ideologías que me definen y olvidarse que el ser humano tendría que amar la vida por el sólo hecho de existir y que cuando se habla de Dios, en todas sus expresiones, se traduce en paz y amor y jamás en guerra, odio o asesinatos.

No se comprende que alguien, invocando un ser superior acabe con la vida del otro, tampoco se concibe que existan personas con la capacidad de exterminar sin tener el más mínimo remordimiento. Pero esto no da lugar a generar especulaciones ni mucho menos desear que todos los que practican una religión sean alimentados con guerra, sangre y muerte. No es la ley de la supervivencia de antaño; esto provoca fobias en la sociedad y hace que el humano, el vecino, el hermano o el amigo ponga cliché a quiénes NO comparten las atrocidades, simplemente comparten una religión en otra dimensión.
Acaso ¿la religión es la culpable? ¿El ser humano es el culpable? O ¿existe un pensamiento estructurado que no da margen a nuevas posibilidades y genera desviaciones en una sociedad?

Cuando una opinión es fundamentada con historias personales y llevadas al terreno de "todos son así" se cierra el capítulo del aprendizaje, porque los prejuicios no dan lugar a poder detenerse y observar que no todos son de la misma manera.

Han pasado miles de guerras. Existieron bajezas humanas escudadas en la religión, se han robado la vida de miles y miles por pertenecer a otra raza, asesinan sin piedad en nombre del poder del más allá, seguimos avanzando y, en vez de luchar y concienciar a través de la educación, la inclusión, los valores humanos, nos creemos aptos para decir qué haríamos si tenemos el poder terrenal.

Aprender que no todos son iguales por más que compartan un estilo de vida o una religión es tarea constante de todos.
Entender que un pensamiento estructurado genera enfrentamientos y jamás, un acuerdo formal.
Saber que mañana los más pequeños tendrán opiniones fundadas, ideologías mamadas y pueden cambiar la historia.

Me duele escuchar y leer que la inmigración es la causante de los males de la sociedad.
Me duele pensar que hay padres que enseñan a sus hijos que la vida sólo es blanco o negro.
Me duele que no nos unamos y que ante situaciones terribles, pensemos en la eliminación de un sector cuando muchos de ellos, sacan la bandera de la paz.

martes, 6 de junio de 2017

La aceptación, camino de construcción

Pues sí, así fue… no tenía nada que perder, nada que añorar, simplemente emprender futuro, aferrarme a un destino sin identidad y empezar a construir y fortalecer.

No sabía qué llevar, solo decidí cargar con una mochila, obligarme a desprenderme de lo innecesario y del “por si acaso” y alivianar peso. Me erguí, levanté la mirada, tomé conciencia que el presente en breve sería pasado y que mañana, cuando me pregunten o comente de dónde vine, esta imagen será, el resumen de mi vida.

Cerré la puerta, por más que quise evitarlas, llegaron y humedecieron mis ojos. Eran una especie de aire contenido con un llanto incontrolado, dolor en el pecho pero a la vez fuerzas para salir, avanzar y mirar atrás sólo para recordar, jamás para lamentar.

Así fue… aquella mañana me alejaba de la tierra que me vio nacer, de las calles en las que aprendí a andar en bicicleta, de la tienda de don Juan, quién allí seguía y a lo mejor, seguirá vendiendo las barras de pan recién “sacados del horno”; esos que nos encantaban con la mermelada y el tazón de chocolate que nos preparaba la “mama” mientras intentábamos centrarnos en que las matemáticas hay que entenderlas sino, la “seño” no nos dejará jugar en los recreos…

No quiero girar la cabeza, no pretendo detenerme, ahí te quedas, clavado en el centro de la tierra, no quiero permanecer allí, sabiendo que algún día seguiré por el mismo sendero que todos, del cajón a la iglesia y de la iglesia al cementerio que contempla la entrada al pueblo. Y que sea el anciano cura que diga: “que dios lo tenga en su gloria”.  ¡Ahí te dejo!, quédate con ellos, que sigan jugando en las calles y que sean otros los que entren a buscar la barra de pan.

El sol calienta, las piernas duelen, la mochila pesa, menos mal que he decidido traer sólo lo indispensable, me cuestioné.

El camino es cuesta arriba, me acerco y les digo adiós, desde la distancia porque no quiero entrar, sé que soy cobarde, pero no me resigno a despedirme así  en una fotografía y con ese “descansen en paz, queridos padres”, fue un epitafio políticamente correcto, porque saben que no es así, saben que no deseo que estén ahí y mucho menos, descansando. Los quería juntos, abrazándose, discutiendo, sonriendo a carcajadas y hasta reñirme desde la ventana diciendo: ¿Quieres entrar ya?, ¡es la última vez que te lo digo o será tu padre quién salga a buscarte! Pues sí, desearía que te levantes, que salgas a la puerta de ese repugnante cementerio y me digas: ¿quieres volver al pueblo ya? ¿Quieres dejar esa mochila? O será tu padre quién te vuelva a tu casa de una vez… ¡Sí, cierro los ojos y escucho tu voz…!

La gota de aire ayuda en este momento, más de una hora caminando y no he sido capaz de levantar la mano para que alguien detenga su coche y me lleve rumbo a un nuevo lugar.

A lo lejos veo… sí, ahí viene uno y decido levantar la mano… ¡nada! Oh sí, el coche se detiene.

¿Hacia dónde va?, me dice un señor elegante y con traje azul; un azul que transmite limpieza, profundidad y hasta ganas de decirle: ¿Caro su traje no?

Voy… (A donde voy me dije). Voy lejos, muy lejos. Lléveme hasta donde usted se detenga que yo luego continúo camino.

¡Al norte, voy al norte!, replicó.

Pues sí, así fue… Ese día decidí irme, huir, escapar o tal vez, recomenzar. A lo mejor, quise enterrar mis emociones, proteger mis sentimientos y hasta evadir mis pensamientos. Temía al silencio, es desbastador, manipulador y se adueña de la razón. Temblaba ante la soledad, daba respuestas sin preguntar, envolvía el aire y ahogaba el pecho una y otra vez… Puede ser, ellos dirán que abandoné y que el cobarde se esconde saliendo a la carretera y buscando nuevos horizontes.

Cuando me entra la nostalgia, inevitable en mí, ineludible en todos, me siento aquí, junto al mar, contemplando la inmensidad de lo divino, lo mágico y lo inexplicable, escribo, parafraseo y así, abrazo a mi alma, suspiro fuertemente, alimento mis sentimientos y siento que lo que hice tiene nombre: vivir.

Cuando necesito esos consejos, cuando escucho tu voz simulando aquellas tardes donde salías a la ventana, gritabas mi nombre y me obligabas a entrar; simplemente escribo, así se ahogan las penas y permaneces en mi vida, en mis recuerdos.

No sé si entendieron, ¡creo que no!, cuando permanecía allí, no tuve el alivio ni el abrazo, ni la palabra que me haga reflexionar, no fueron capaces de golpear a mi puerta, regañarme y obligarme a levantarme, a no hundirme en el desespero y esperar que el milagro llegue… Quizá, no supieron hacerlo, acostumbrados a salir sólo a buscar el pan, ir los domingos a la iglesia o acompañar al muerto al cementerio. En noches de verano celebrar la fiesta del pueblo y en noches de invierno sólo sentir el olor a leña hogareña, nadie sabe que hay detrás de cada puerta, nadie. Porque también muchos temen a la maldita soledad y al horrendo silencio.  

Así fue… llegó él, con su traje azul, me preguntó dónde iba, ¡si él supiese!, llevaba en su coche un alma sin rumbo, un cuerpo algo cansado por no saber qué hacer o cómo hacerlo. No sé de qué hablamos, creo que me evadía y centraba mis energías en el mañana. Pero sí sé, que la vida pone pruebas y obstáculos pero en cada segmento siempre alguien aparece.

A lo mejor, aquellos que me vieron nacer, los que me tocaban el pelo de pequeño, los que compartieron etapas, los que hicieron travesuras juntos, no son los que hoy extiendan la mano, sepan lo que necesite o simplemente, me pregunten “hacia dónde vas”… Tuvo que venir un desconocido, preguntarme y simplemente “llevarme”…

Los años pasan, la vida es la misma que ayer, modificando situaciones y circunstancias, el camino es exactamente similar, esta vez, decido si voy o vengo, el destino no existe porque es sólo creación y la felicidad es proyección, no hay una felicidad para siempre es solo un puñado, un instante y queda estampado en la profundidad de cada ser, el consuelo no es decir que ha partido hacia la eternidad, sino saber que el más allá se lo ha llevado robando una gran parte de tu existir ¿injusto no?

Y así fue… cómo decidí salir, investigar, llevarme sólo lo indispensable y empezar a cultivar… Aquellos que me conocían decidieron esfumarse en el recuerdo y estos que no me conocen, deciden aferrarme en sus proyectos; así es el circuito de la existencia humana.   

No hay fracasos ni decepciones, porque he decidido prosperar, superar y enfrentarme a los miedos y amar las incertidumbres.

No hay remordimientos, de nada sirve el enfado conmigo mismo, allí quedaron, durmiendo en la oscuridad y comprendí que en algún momento, os veré, llámese eterno, universo o simplemente consuelo.

No habrá mañana sin la construcción de hoy, pero aprendí que no hay existencia del presente si no soy capaz de entender, encariñarme y aceptar mi pasado.


Y así fue… como aquí estoy. 

lunes, 24 de abril de 2017

Las líneas opacas del existir

Cuando te preguntes qué efectos logras en el otro, ten presente sólo la respuesta del alma; la razón se vale de estrategias para sobrevivir.

Cuando analices las causas de un distanciamiento, no antepongas tus argumentos, simplemente, ponte en el lugar del otro.

Cuando evites las emociones y evalúes las razones, cuando separes las causas y sopeses los sentimientos; intervendrá lo humano y se acercará a lo divino.

Cuando rompas las infulas y amoldes lo cotidiano, cuando seas como has sido, sin añadidos; cuando observes y eches de menos; despertará aquello que se había dormido: la simplicidad del ser.

Cuando vayas y percibas silencio, cuando estés y percates tristeza, cuando llegues y observes vacío; no regreses, tan sólo, abre el telón y practica en solitario.

Cuando te miren a los ojos muestra el alma, cuando te pidan ayuda invierte tu tiempo por el otro, pero cuando no te digan nada, pregunta; no todos somos de la misma cosecha.

Cuando estos "cuando" sean valorados, miraremos al más allá y será el día en que digamos: cuando tuve la oportunidad me empaquetó mi ego.

viernes, 31 de marzo de 2017

Causa y efecto

Cuando todos suban al mismo tren y tu continúes esperando el milagro, puede que te equivoques o, tal vez, quieras aprender lo que es tener decisión propia.

Cuando te digan "te amo" pero existan “peros” en el proyecto conjunto, ¡ten cuidado!, querer no es amar.

Cuando se olvidan de preguntarte por tu vida y el “cómo estás”, ¡recuerda!, no son amigos, sólo conocidos.

Cuando la confianza no existe, el llanto es cotidiano y la angustia es permanente, no hay éxtasis de amor, simplemente obsesión.

Cuando sueñas con crear, te apasiona disfrutar y tienes en tu mente grandes cambios, ¡hazlo!, mañana tendrás anécdotas para relatar y fracasos que rectificar.  

Cuando pidas perdón que sea de corazón, que se esfume lo pasado y te enfoques en lo nuevo, enseña a tu mente que el rencor es repulsivo y genera caos interior.

Cuando escuches intenta ponerte en su piel, duerme pensando en cómo ayudar, abraza con fuerza de humanidad y sonríe ante sus éxitos, la vida te dará lo que has cultivado.

Cuando te encuentres con aquellos que se envuelven y excitan en críticas a los demás, ¡aléjate!, es mejor que te tachen de “queda bien” a que tu alma se envenene con mensajes inadecuados.

Cuando se vaya y te preguntes el “por qué”, cuando las flores depositadas en su ataúd sean tu despedida y cuando el vacío de su ausencia sea camino de dolor, ¡inmortaliza!, nadie muere si se mantiene intacto en tu interior.  

Cuando camines sin sentido e ignorando a los demás, cuando las direcciones no tienen destino, ¡perpetúa!, eres dueño de tu vida, propietario de tu timón y jefe de tu tiempo.

Cuando leas un libro quédate con sus frases, cuando veas la inocencia de un niño comprende que es un don natural, cuando escuches a un anciano reproduce su ejemplaridad y cuando haya ausencia de luz, aférrate a tu gente, tus amigos y hallarás nuevas motivaciones.

Cuando te duela el alma por deshonor, cuando llores por amar y no recibir lo mismo, cuando extrañes lo de ayer, cuando añores a seres queridos, cierra los ojos, piensa lo que has entregado, cómo lo has luchado y podrás avanzar sabiendo que has construido.

Cuando pronuncies palabras a los demás, cimienta puentes de conexión, cuando inspires a otros medita tus acciones, cuando des la mano procura apretar, siente el coraje y transmite tus fuerzas.

Cuando veas que estás en el lugar equivocado, que el miedo te cohíbe, la soledad cubre tu alma, ¡retírate!, es sano comenzar nuevamente, es perfecto enfrentarse a los temores y es correcto alejarse un tiempo para purificar, curar y regresar con mejor espíritu.       
  

Cuando te emociones de verdad, cuando rías sin parar, cuando cantes sin saber y cuando corras sin agotarte, simplemente estás en la mejor etapa de tu vida: ¡renaciendo!

martes, 7 de marzo de 2017

Libertad de expresión, respeto por el otro y la ideología dominante

Carta abierta al Señor Ignacio Arsuaga

Claro que sí señor Ignacio Arsuaga, presidente de la asociación HazteOír, nadie ha dicho lo contrario, usted exige y denuncia que no se le da el derecho a la libre expresión. Permítame, aunque sé perfectamente que está al tanto, la Constitución Española, en su art. 20 expone lo siguiente: se reconocen y protegen los derechos: a) A expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción. b) A la producción y creación literaria, artística, científica y técnica.  d) A comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión. La ley regulará el derecho a la cláusula de conciencia y al secreto profesional en el ejercicio de estas libertades. (…)

Estas libertades tienen su límite en el respeto a los derechos reconocidos en este Título, en los preceptos de las leyes que lo desarrollen y, especialmente, en el derecho al honor, a la intimidad, a la propia imagen y a la protección de la juventud y de la infancia.


Estimado señor, estimados socios / miembros de HazteOír, remitirse a la ley es de buen ciudadano y poner las ideologías por delante como defensa que el resto hace y piensa diferente, es capítulo cerrado y no da derecho a opinión. ¿No lo cree? Porque si nos basamos en lo que creemos y no en las obligaciones el mundo sería otro. La libertad sería libertinaje y el derecho sólo sería consultado en bibliotecas.

El juego le ha salido tal cual lo ha buscado. Me parece de poco solidario, de poco tinte religioso y hasta acciones oxidadas que nada tienen que ver con lo que usted y su séquito suelen divulgar… El respeto al otro, el ponerse en el lugar del otro, el aceptar que la diversidad es parte de una sociedad es de buen cristiano, de buen ser humano y hasta de buen ejemplo de padre. ¿Sabía usted que un buen católico es aquél que predica con el ejemplo, que ama a todos por igual, que no escandaliza y que no tiene ideas indecorosas en su cabeza?

¿Qué sabrá usted señor presidente del dolor de una persona por ser rechazada, por llevar el adjetivo descalificativo de “maricón”? ¿Qué sabrá usted y todos los que se esconden detrás de esas ridiculeces del marketing barato sobre lo que es crecer con llantos nocturnos, con reprocharle a la vida el ser diferente, el no aceptarse y con años de terapias para aprender y entender que el amor va más allá del sexo? ¿Qué sabrá usted de mirarse al espejo, de no ser capaz de perdonarse, de acumular un pasado donde has sido señalado y degradado?

¿Qué le dirá usted a sus hijos cuando estos pregunten por qué dos chicos se aman o por qué dos mujeres sueñan con casarse? ¿Acaso les contará el cuento de que Dios los hizo hombre y mujer y se opone a estas uniones? ¿Será capaz de decirles que existe una ley que protege y da los mismos derechos que usted tiene con su mujer? ¿Pondrá el valor de la vida, de la sociedad, del respeto o seguirá en la burbuja del catolicismo barato?; ese que predica amor pero dispersa odio, ese que habla del respeto y se basa en destrucción y juzgar al otro según mi percepción, ese que se arrodilla ante el crucificado, pide perdón y luego sale con lanza a crucificar a sus hermanos…

¿Será que les dirá a sus hijos que la sociedad está ante la inquisición gay? ¿Sabe usted estimado señor qué fue la Inquisición, sabe usted que en nombre de la religión se ha asesinado a inocentes? ¿Es usted consciente que hay miles de homosexuales que mueren de la manera más cruel simplemente porque así lo marca una ideología? Como presidente y defensor de la fe cristiana o, como dice en su web: la participación útil a favor de la dignidad humana y la libertad, debería acostarse por las noches, cerrar los ojos, meditar lo que dice, pensar lo que hace y preguntarse: ¿Acaso estoy cumpliendo con la Palabra de Dios? Guíame señor por el camino del diálogo y que no sea yo quien escandalice… No haga de sus dichos y hechos esas actitudes de fariseos, predique la religión y sea ejemplo de ella a través del accionar correcto, tolerante, dialoguista y con la capacidad de entender que no todos pensamos como lo expresa en el “autobús”.

Es verdad, puede que estemos en veredas separadas, puede que usted señale, juzgue y no sea capaz de ponerse en la piel del otro. Es normal, generalmente aquellas personas incapaces de tener empatía se sumergen en ideologías, religiones y repiten, sin conocimiento, lo que han leído…

Desde el otro lugar, aquí, donde entiendo que no todos aceptan que un hombre o mujer tiene la capacidad de amar a su mismo sexo,  donde aplaude que La Asamblea de Madrid ha aprobado la Ley de Identidad y Expresión de Genero e Igualdad Social y no Discriminación, buscando "la plena integración social de las personas transexuales" y que garantiza la integridad corporal de los menores intersexuales hasta que éstos definan su identidad".

Me parece totalmente humano que NO todos se levanten y celebren esta ley, es normal, porque nadie puede obligar a otro a pensar como yo… pero sí respetar y alegrarse que los derechos, poco a poco, son iguales para todos.

Recuerde que el no estar “de acuerdo” no significa estar fuera de la obra del creador. ¿Acaso usted piensa que sí? De más está decirle que nadie cuestiona que haya gente que mantenga tradiciones, culturas y críen a sus hijos según crean conveniente, para eso está la libertad. Ahora bien, para lo que usted es un valor para mí es un derecho, para aquello que usted cree que es una provocación para mí es una ley; más adelante podremos juzgar, a través del diálogo si hay o no intencionalidad política… ¿Acaso usted no tiene algún tipo de intención?

Entiendo, lo digo desde mi más absoluta humildad, que la manera de manifestarse sea colocar un autobús en colegios; es la manera más simple y decadente de hacer ruido, es como si yo mañana me manifiesto en frente de su Asociación desnudo o faltando a la ética ciudadana, si su intencionalidad ha sido despertar lo que nos caracteriza; créame que lo ha logrado: odio, rechazo y separar a una sociedad; acciones bochornosas que generan animadversión y dan luz a la homofobia y esto no es digno de una persona que dice ser católica, apostólica y romana.
También comprendo, repito desde mi humilde opinión, a que un sector de la Iglesia (y otros que no forman parte) se hayan sentido molestos y ofendidos por el accionar de una Drag Queen en un evento, ¿Qué necesidad había de realizar una interpretación basada en la tradición de la Iglesia? Totalmente de acuerdo, qué necesidad había de generar semejante espectáculo ridículo, poco ingenioso y hasta fuera de lugar. Para ello, será la ley quién determine si ha sido ofensa o no. De igual modo que el autobús frente a colegios, deje que sea la ley quién diga si es provocación o derecho a expresión.

Parece que vivir en una sociedad de enfrentamientos es parte de la cultura, donde todos generalizamos y señalamos, ustedes los católicos, ustedes los gays, ustedes los heterosexuales… una sociedad que tiene leyes, pero antepone ideologías.

Me pregunto si seremos capaces de vivir, eso sí, con libertad de expresión, pero dejando de escandalizar y respetando al otro.  


¿Lo intentamos señor presidente?

lunes, 27 de febrero de 2017

Los ciclos de la naturaleza

No te detengas,
Avanza, prospera, progresa, deja que sea el mismo instinto quién te dé impulso, no importa que no sea lo esperado, mucho menos lo soñado; lo has intentado y detrás de esa desilusión existe una intención… Rompe cadenas, construcciones hechas, tradiciones culturales, pensamientos únicos; vive, experimenta, percibe, reconoce sentimientos, distingue emociones y aprende a evolucionar en cada ciclo de la vida.

Escúchate,
Cierra tus ojos, agudiza los sentidos, siente cómo la música conecta con el alma, cómo el aire ingresa a tu cuerpo y cómo tu mente es capaz de proyectarse, de elevarse y obtener esperanza, recibe la respuesta de tu interior, refuérzala con tus pensamientos y pronúnciala con el lenguaje, eres el artífice de lo creado, el dueño del círculo y el responsable de estar donde estás.

Déjalo ir,
Deja que sea el corazón quién llore su angustia, no le des contestaciones construidas, simplemente déjalo, protégele y arrópalo, las heridas cierran; con lentitud, pero sanan. No profundices en saber si el amor es eterno, duradero, no te autoculpes por su marcha, no retengas al que no te acepta, al que no comprende ni al que no ama desde sus venas, sabrás que el amor es energía, sudor, pasión, creatividad, felicidad y, sobre todo, unión de dos almas que se reconocen hasta en el más absoluto silencio.

Un simple hasta luego,
No más abrazos, no más besos, no más preguntas ni respuestas; tan sólo y llanamente una flor de despedida, una mirada al cielo y un vacío que se transforma en pena, nostalgia, recuerdos, deseos, rezos… un te quiero elevado al más allá, un te necesito impulsado a la eternidad, un no entiendo enfadado con el todopoderoso y un… algún día estaremos dónde sea que el alma descanse…

Un contundente no,
A las críticas que se desvanecen en el argumento, a las personas tóxicas que anteponen su orgullo y soberbia ante la construcción de amistad, cariño y equipo, a los mal nacidos que golpean y manipulan como herramienta de su miserable y más absoluta degeneración humana, a los que son capaces de trepar y llegar al poder olvidándose de dónde vienen, a los que mal gastan sus vidas construyendo historias de otros, a los que creen que rezar es mejor que hacer, a los que se golpean el pecho pero son miserables, avaros y mezquinos.  

Imita,
A las mujeres que nos han parido, a las que batallan, trabajan, son madres, abuelas, energéticamente positivas y luchadoras absolutas. A los hombres que hacen de sus familias ejemplos de unidad, a los padres que aman a sus hijos, a los hijos que reconocen a sus padres, a los hombres que son verdaderos hombres amando a sus mujeres, a la mujer que ama a su hombre, a la mujer que ama a su mujer, al hombre que ama a su hombre. A los hijos que ayudan a sus padres. A los políticos que saben que la política es vocación, que la vocación es servicio, que el servicio es ayuda, que la ayuda es don y que el don es de humanos.

Reconoce,
Las oportunidades que te da la vida, al otro cuando es capaz de superase a sí mismo y a los demás, cuando un gesto es mejor que sus palabras, cuando te has equivocado y no sueles agachar la cabeza, cuando has fracasado, tocado fondo, intentado, pero no superado; te darás cuenta que el reconocimiento es impulso al mejor ser, a la acción causa-efecto y así, la vida es rueda y la rueda es felicidad.

Sueña,
Con lo que deseas, anhelas, proyectas. Con escribir un libro contando tus experiencias, angustias, miedos y qué es para ti la felicidad. Con ser padre- madre y aprender en cada momento, disfrutar en cada etapa. Con un mañana mejor que el ayer, teniendo en cuenta quién eres, cómo eres y lo que quieres. Con dinamismo, voluntad, fuerza, coraje, superación y despierta sabiendo que el sueño pronto será una realidad…

Olvida,
El daño causado, la palabra mal sonante, las acciones ya cometidas y los rencores del pasado. El ayer sufrido, el llanto incomprendido y la soledad en solitariedad. El no hacerlo para volver a caer en lo mismo, el no superarse por recelo al qué dirán, el no hablar por no destacar, el no opinar por vergüenza al preguntarme quién soy, el hacerte pequeño en actitudes que puedes crecer, madurar y hasta triunfar. El no querer por temor a romper estructuras, comodidades y hasta incongruencias en mi interior. El no liberarte por miedo a lo que te han inculcado anteponiendo ideologías y olvidándote que eres humano y que el amor es una gracia, un don, una conexión con lo puramente perfecto.

Siente
El deseo de amar, el propósito de ayudar, el apetito a ser amado, el cariño a recibir, la efusividad en dar, las ganas de escuchar. La necesidad de ofrecer mi mano, extender la solidaridad, llorar con quien llora, reír con quien ríe, empatizar con quien tengo al lado y ser feliz con los demás. La intención de avanzar, lo que tu corazón necesita, lo que tu alma te propone y lo que tu mente te dice. Aquello que el silencio te transmite, el vínculo con la naturaleza, el sonido del mar, el restregar de tus manos. La sangre que corre por tus venas, cada latido de tu corazón, el ritmo de tu vida y el aroma de tu vivir.  

Pregúntate,
Si eres lo que quieres. Si quieres lo que eres. Si deseas lo que tienes. Si tienes lo que soñabas. Si sueñas con ser, avanzar, crear, vivir, potenciar, renacer, luchar, no caer y, sobre todo, sonreír. Si has tocado la felicidad, si has liberado tu espíritu, si has sido capaz de amar sanamente, de llorar justamente, de pedir perdón cuando has fallado, de ayudar cuando era oportuno. Si lo que tienes es porque te lo mereces. Si tienes amigos, personas que aportan y construyen en conjunto.  Si aquello que anhelabas es lo que hoy has fundado, si cierras los ojos y te sientes cómodo contigo mismo, si miras hacia atrás y se dibuja una bonita sonrisa en tu rostro…

Recuérdate,

Amar es un estado. Querer es un sentimiento. Odiar es de torpes. Envidiar es de cobardes. Criticar es oportuno de aquellos que no tienen vida. Decir adiós es propio de los humanos. Altruismo es de buena gente. Aparentar es de hipócritas. Nostalgia es sinónimo de gratuidad. Emocionarse es la conexión con el mundo. Nacer es un milagro. Registrar la vida es de sabios. Morir es natural. 

miércoles, 8 de febrero de 2017

Jamás es tarde, ¡jamás!

Dedicado a un ser muy especial…

Y sí, pueden pasar años, infinidades de motivos y hasta miles de fracasos, pueden brotar lágrimas y marcar el rostro de tristeza, pueden hasta bloquearme y no tener la capacidad de ser quien tenía que haber sido, pero, llegará ese día donde aprenderé a conducir mi propia existencia. ¡jamás es tarde!

Cuando la arena acaricia mis pies, cuando el viento renueva oxígeno y cuando el mar me envuelve en su misterio me doy cuenta que estoy aprendiendo a vivir… Me he olvidado de los años, no sé quién fui, poco me interesa saber quién soy porque hoy, me concentro en el mañana; agotaré mis últimas energías en conocerme y darme los mejores placeres jamás realizados.

Ayer pensaba que ceñirme en tu círculo me daba esperanza de tu cambio, me iluminaba esos arranques de ternura que tenías hacia mí, esos abrazos intensos pidiéndome perdón y el jamás lo repetiré… volvías a quebrantar y clavarme, una vez más, en la misma herida del pasado… y así, mi propia mente buscaba las explicaciones, discutían en lo más profundo de mí y dejaba que otra vez, me encierres en tus caprichos sin sentidos…

Rompen las olas, camino dejando mis pequeñas marcas, se las lleva el mar y quedan en el intento el querer rescatarlas, como si el mismo universo me dijese que es tiempo de orgullo personal, de dignidad, de valentía y de erguirme frente a mí mismo y avanzar, de fijar una meta personal, olvidarme de los miedos y levantarme una y otra vez.

Me ponía detrás, creyendo que tenías siempre la razón, procuraba no darte malos momentos, insistía en atenderte con marca personal, quería y anhelaba tu reconocimiento, deseaba ese cariño y un susurro al oído, imaginaba cómo seríamos en el futuro… La recompensa era la anulación, me sentía el ser humano más pequeño, honré tu vida ante la mía, olvidé mirarme al espejo por agradarte, fueron lágrimas no deseadas, silencios cargados de ira,  súplicas al más allá de que me dijeras un te quiero y hasta un cerrar los ojos sin querer volver a abrirlos.

El viento y la calidez del sol impulsan mi naturaleza humana, estoy capacitado para enfrentarme y caminar por donde quiero y he deseado, reírme sin parar, ya no más miedos ni recelos, ponerme frente a ti, mirarte y decirte que el sendero que hemos transitado ha sido un error y soy dueño de mis pensamientos, hoy; respirando y sintiéndome la persona más libre puedo vociferar que ya no más; que ahora, mi vida es fruto de mi hacer y jamás entregaré la conducción de ella.

La finura de la arena, la bondad de lo creado y el misterio de lo infinito me aferran, me enaltecen y me empujan a la elevación de mi ser; mañana, cuando abra mis ojos y me mire al espejo podré descubrir el brillo que proviene de mi propia alma porque me lo pedía a gritos, imploraba que no la abandonase y que los pensamientos no sean dueños de mis acciones.  

Cierro la puerta a lo que fue. En el olvido queda aquello que no avanzó. Enterrado permanecerá el resquemor y el resentimiento. Ya no habrá dolor en el pecho por lo inalcanzable. Ya no más explicaciones de promesas incumplidas. Apago la luz a la tristeza. Aspiro aquellas migajas de soledad. Despido con absoluta valentía al miedo que me condicionaba y me hacía esclavo de mi propia vida.

Necesitaba este respiro. Saber que no soy uno más en la inmensidad de seres humanos, sino que soy yo; con mi historia y mi experiencia. Esta vez, tengo la llave a la plenitud, observo lo que vendrá, me lanzo a lo nuevo, me olvido del tiempo, agradezco a la misma vida lo que tengo y juro, a mi alma, que seré yo y mis circunstancias…

Deseaba que el viento sacudiera mi rostro, ansiaba reconquistar lo que fui, enamorarme de proyectos, sonreír y escuchar, aconsejar y actuar. No habrá más miedos, tampoco inquietud ni mucho menos dolor.

Soy lo que soy. Pero decido qué querré. Por eso, esta vez, inhalo con fuerzas y vuelvo a empezar.

Y sí, los años pasan, muchos aconsejan, pero necesitaba reencontrarme, percibir a mi alma y, sobre todo, conquistarme. 


martes, 31 de enero de 2017

Lo siento, pero...


Desconfío de la actitud del “yo lo hago” con el afán de satisfacer las necesidades emocionales reprimidas, anteponer el ego y olvidarse del equipo.

No creo a aquellos que necesitan manifestar su amor y entrega en redes sociales esperando los “me gusta” y la aprobación de los otros.

No convencen los que desperdigan tantos “te adoro” cuando en gestos, actitudes y hechos han sido o, tal vez son, egoístas e incapaces de aceptar que la realidad es otra y que pronto el invierno llegará. 

Dudo de los que sólo aman vivir "el momento", los que son felices subiendo cada "instante" en redes sociales, los positivos permanentes, los que expanden besos y finalizan la conversación con “estoy aquí para lo que necesites”.

Sospecho del que sale de misa, comulga los domingos, se arrodilla ante el altar para comunicarse con Dios; tiene por afán (talento) hacer daño innecesario, hablar por las espaldas, criticar sin sentido y hacerse dueño de una vida que no le pertenece ni le pertenecerá.

Temo a aquellos que no se mojan, de los que disfrutan del “me da igual”, de los que no mueven pestaña ante acontecimientos intolerante; de esos que se quedan inmóviles antes las injusticias de los demás por miedo a ser como realmente son o simplemente por estar en lo políticamente correcto.

No cuadran aquellos que van con la pancarta de la “sinceridad”, los que divulgan el “yo soy así”, los intolerantes y los que evitan dialogar porque prefieren discutir. Los que elevan la voz, tener un gesto de soberbia y jamás reconocer un error.

No cuajan los que prometen amor por todos los laterales, los que van de reflexivos, los que se creen que han vivido demasiado y nada les hace daño, los que han estudiado y son dueños de la biografía de la vida, los que dicen que bajan porque ya han subido, los que no lloran porque nada les duele, los que insultan porque así quedan orgullosos, los que dicen sí cuando ni siquiera han escuchado, los que oyen y no son capaces de escuchar, los que se distancian porque no entienden que una idea es personal y no sentencia de muerte.

Pongo en tela de juicio al que me abraza y, a la vez, critica sin piedad, al que me consuela usando descalificativos contra otros, a los que aman, pero necesitan distancia, a los que viven, pero no conviven, a los que procrean, pero no educan, a los que fracasan, pero no lo intentan, a los que piden, pero no saben decir “gracias”, a los que necesitan tiempo sin tener empatía, a los que manipulan sin escrúpulo y al manipulado sin dejarse ayudar. 

No cierran los discursos políticos cargados de nacionalismo, organismos que luchan por "el otro" pidiendo dinero a todos, magnates multimillonarios simplemente por tener creatividad, personajes que aparecen como constructores de una verdad indiscutible, religiosos que tienen el antídoto para vivir plenamente, autores que escriben líneas de cómo ser feliz o alcanzar el verdadero éxito.

A veces desconfío, no creo, no convencen, dudo, sospecho, no cuadran, no cuajan, pongo en tela de juicio y no cierran por eso lo siento… porque hay veces que caigo en estos rincones, comienzo a proyectarme, olvidarme que somos iguales e intentar construir un ser superior al que verdaderamente soy. 

miércoles, 25 de enero de 2017

¿Qué quiero realmente?

Algunas veces nos escondemos. Otras desaparecemos; sabemos que es la mejor receta ante el enfrentamiento, a la falta de coraje y así, evitar las respuestas cargadas de justificativos.

Muchas lloramos, nos silenciamos, evadimos mostrar la debilidad que nos caracteriza por recibir la justa palabra que será la responsable de no dormir, hacernos pensar y hasta modificar el actuar.

En ocasiones nos llenamos de adjetivos para definir al otro, tenemos sabias herramientas del lenguaje para dar en la expresión particular y así, olvidamos lo que somos, decoramos nuestra esencia y giramos la realidad a nuestro confort.

Por momentos, señalamos que los responsables son los otros, tenemos la firmeza que mi error es responsabilidad del “tu” o de “ellos”, oportunidad exacta para retirarnos, establecer la barrera del error y sostener que la felicidad es “dejarme hacer” en vez de “sonrío desde el alma”.

Ocasionalmente construimos “expectación” creyendo que es la verdadera felicidad; esa que se desliza en eterna y que en realidad no existe sino aprendo a ser yo en mi finitud y en mi intensidad. Realizamos procedimientos para ocultar lo que somos y así, nos atrapamos a lo que tenemos por seguro: mañana se irá. Conseguimos engañar al corazón con fórmulas autodestructivas, con personajes tóxicos, con eventos vacíos sabiendo que llega la noche y cuando mi corazón se relaja aparecen los llantos, el miedo, las preguntas sin respuestas y un futuro sin proyecto.

De vez en cuando ignoramos consejos externos, negamos -aun sabiendo que es correcto- las opiniones de los que nos aprecian, no tenemos la suficiente confianza de decir “voy a intentarlo” porque en el fondo no estamos en el nivel de cerrar puertas y dejar que el universo nos adentre a nuevos desafíos.

A veces, construimos un futuro basado sólo en el presente, intentamos imponer al destino lo que hay, sabiendo que soy dueño de mi historia y jefe de mi vida. Nos apasiona gastar parte del tiempo en dramas, guiones con finales dolorosos y hasta lágrimas que se podrían haber evitado. Estamos en condiciones de ver quiénes fuimos y qué hicimos, no pisar la misma espina, alejarnos sabiamente pero no; tenemos la capacidad de caer en esas inseguridades que me alivian temporalmente.  

Muchas, dejamos el desafío en el olvido, nos agarramos a lo que tenemos sabiendo que caduca con el tiempo, somos incapaces de gritar lo que deseamos, de luchar por lo que apostamos y tercos creyendo que la felicidad sólo se hace presente cuando aparece el "otro".   

Somos especialistas en construir frases que no me las creo, palabras que arropan la falta de aprecio personal y el derecho de ser como se es y no de simular una imagen tuneada y publicada.

Al final, muchas veces no somos lo que deberíamos ser por continuar en la “eterna inmadurez”, por permanecer en la teoría de la falsa humildad, por no asumir que los demás podrían estar en condiciones de ayudarme y hasta de empujarme.

Al final, nos damos cuenta que la felicidad es "ser uno mismo" y que, al final de la tarde podemos tener la capacidad de autoevaluarnos.