viernes, 17 de julio de 2015

La vulgaridad de “moda” o lo basto en herencia

Si tomamos lo que dice la RAE por vulgaridad nos ajustamos a “algo impropio de personas cultas o educadas”, por el contrario lo basto –según la Madre de la lengua- es lo “grosero, tosco, sin pulimento…”

Dicho esto me tomo el derecho de entremezclar, barajar ambos significados aplicados al día a día… lo más probable será que, cuando comiences a leer te vengan imágenes y pongas cara a los conceptos que nos brinda la RAE.

La duda es simple… Cuando compras un nuevo móvil o un electrodoméstico o, tal vez, un coche… siempre comienzas a indagar, preguntar y aquellos más quisquillosos leen el famoso libro de instrucciones.

Pero por qué cuando avanzamos en edad, madurez y estadios de la vida diaria no somos capaces de introducir, estudiar, modificar y cambiar actitudes que hacen a nuestra “marca personal”.

Si no soy capaz de evaluar mis actitudes frente a los demás, si no logro transformar ciertos vínculos con el resto de la sociedad, si al menos no intento modificar lo que, algunas veces, creo que puede sentar mal, estresar al otro y, repugnar a muchos… no estamos en el camino correcto y caemos en la famosa frase construida vulgarmente: “soy así, que le vamos a hacer…”

Hay ciertos indicios que nos situan en la cuerda de la duda: por naturaleza somos cotillas, chusmas y nos encanta ser observadores de la vida ajena: auténticos voyerista... Si esta tendencia nos permite reflejarnos creo que estamos en sentido positivo de la palabra: escucho una conversación telefónica y me doy cuenta que cada tres palabras una de ellas, no la tenía anexada a mi diccionario mental… o por el contrario, su conversación gira en una nube absurda con cuatro palabras que en mí, son necesarias y obligadas… 

La  simple reflexión cae por su propio peso, o sigo siendo como soy; vulgar, sin preocupaciones por aprender pero sí, dedicándome a la moda “temporal” a aquello que me otorga “caché” entre mi entorno y tengo, de esta manera,  temas de conversación denominadas "plásticas" o basadas en la superficialidad que se disuelven con el tiempo. 

Por el contrario, si el afán de superación es constante y mi ambiente alcanza a percibir que aquello que me propongo lo logro, hablamos de personas capaces de desarrollarse y captar objetivos que, con el tiempo, serán más críticos consigo mismos.

No quiero decir con esto que todo el mundo “chonesco” debería sentirse obligado a estudiar ciertas normas de convivencia y “agradar” a los demás, tampoco me planteo la antítesis a ello, que el mundo de la apariencia, aquell@s  que creen que estando insertos en la moda, los transforma en seres completamente necesarios para el universo… Ni los unos, ni los otros.

Pues sí, sinceramente no entiendo a aquellos seres que, teniendo las posibilidades y accesos no son capaces de perfeccionar su día a día, no me entra en mi pequeña materia gris la idea que lo superficial sea más necesario que lo duradero, lo pulido… tampoco quiero encontrarme en la vida con miles de Sábatos, Allendes, etc…. Sino con personas donde puedas tener una agradable conversación, donde la moda sea accesorio –claro y limpio – donde pueda convertirme en espectador de una charla de “otros” y quede completamente anonadado, excitado con las terminologías implementadas para decirle a su novia nada más ni nada menos que la quiere… o captar cómo aquél señor le dijo a su operadora que son unos ineptos usando palabras rimbombantes sin perder la cordura y su caballerosidad…

No concibo entender que una persona sea tan vulgar y no sea capaz de darse cuenta de ello… Todos tenemos alguien en quién escudarnos y por el bien común creo que la sinceridad es acto de buena fe…

Mucho menos entiendo que lo basto sea un derecho a la hora de definirse como macho o hembra.

En síntesis, sabemos que tenemos las puertas del intelecto siempre abiertas. Aprender a pronunciar una palabra en el día a día no es cosa de otro mundo, mirarme al espejo antes de salir y tener un cierto grado de objetividad es sinónimo de “imagen personal”…

jueves, 2 de julio de 2015

El glamour al vestir y la comunicación en toda presentación

Si entendemos por glamour aquello relacionado con la moda y, por comunicación, todo efecto y acción de transmitir y generar un canal infinito de mensajes, deberíamos tener presente que la moda es un medio importante que genera una comunicación eficaz.

Al igual que algunos productos de belleza traen en sus cajas el modo de uso; su prospecto y ante cualquier duda consulte a su farmacéutico, sería más que útil que aquellas tiendas de modas; desde la más normalita hasta la alta costura comiencen a plantearse que, al vender un vestido, este traiga consigo ciertas normas para su uso y así; entablar una imagen; comunicación eficaz a la hora de colocárselo en el cuerpo que lo aprovecha.

Cuando me refiero a glamour  no asocio la palabra a grandes celebrities que generan tendencia y son influencia en las redes sociales aunque uno de los mayores errores de sus fans es querer “imitar” la manera de vestir o, imponer moda confundiéndola con outlet pasajero y que no logra efecto positivo.

No existe peor atrocidad en la comunicación personal que los ruidos en el mensaje; reacciones visuales comunicativas que se podrían eliminar si al menos, antes de usar un vestido tendencia también modificaría las expresiones: el masticar, el pintarse las uñas, el caminar y hasta el reírse…

Hablar de glamour asociado a la comunicación es referirse a la personalidad y el intento por modificar conductas poco agradables al resto de la humanidad. Porque si del “yo soy así” se tratase entonces no gastes en dinero, puedes ir a la boda o a la Ceremonia con la ropa que acostumbras a ponerte en tu día a día.

Tengo la Comunión de mi sobrina… y llega la típica pregunta auto reflexiva: ¿qué me pongo? –Independientemente de si largo o corto- y es aquí donde uno se olvida si tiene algunos kilos de más o si jamás ha usado corto porque no sabe lo que es una falda en su cuerpo y ahí, justo aquí es el arriesgar (sin antes ponerse a estudiar o leer el manual de conducta para no hacer el sentido del ridículo)

Claro está que existen personajes que frente a la patente del “me da igual”, “yo soy así”, “al que no le guste que no mire”… no les interesa tener todos los ojos puestos encima suyo; al final también es una manera de generar comunicación… aunque sea con el sentido del ridículo.

También he de decir que si tengo un ser querido o una verdadera amiga y se viste de una manera que genera estrés visual y hace mucho ruido en la comunicación le diría: ven, acércate al espejo y tengamos una observación algo objetiva.

Cuando existe el estilo, la delicadeza y sobre todo, el uso de las buenas costumbres; la comunicación y el glamour generan un aura en la imagen personal. Sorprendes por cómo eres y captas por cómo te comportas…

Si entendemos que la comunicación en la moda no es sinónimo de alta costura o de elevado ranking social sino, una manera sencilla y capaz de transmitir el mensaje que queremos dar a conocer.

También tendríamos que darnos cuentas que una persona glamourosa no es quien imita y reproduce un estilo impuesto por “algunas y algunos”, para ello hay que tener un sentido de crítica personal y ver si queda o no queda bien, de lo contrario se cae en la ridiculez y la baja autoestima…

Tener presente que glamour, en la actualidad no va asociado a tener dinero o éxito, el mejor ejemplo lo dan algunas que para permanecer en la fama necesitan caer en la “payasada”; veremos si la fama echa raíces o sólo es pasajera.

Concluyo diciendo que la comunicación, en todos sus sentidos hace a la persona… y “no hay peor cosa que cuando la mona se viste de seda… porque al final, mona queda”. A la hora de elegir qué ponerte piensa si eres “apto” para ello porque no hay nadie mejor que uno para saber sus capacidades y defectos.

Si realmente quieres tener glamour ya sabes que la sencillez hace a la elegancia, que tener criterios de buenas conductas –por más que sean una celebración familiar- es un paso hacia la meta.

Si un policía con su uniforme toma una cerveza (aunque sea sin alcohol) éticamente es mal visto. Pero si está sin él, un ciudadano más; no pasa nada.

Si una mujer, ha elegido para un evento un vestido que la estiliza, le da curvas y sobre todo, genera una imagen de elegancia pero de repente comienza a masticar chicle, cuando habla grita y tiene muletillas cada dos palabras y encima lleva sus uñas con dibujos creyéndose que así dará efecto de “modernidad”; nos encontramos con el verdadero sentido de la vulgaridad. Para ello usemos jeans, playeras y pelo suelto.

Si quieres glamour comienza por conocerte y a leer el prospecto de la cordura y buenas costumbres; luego piensa en la ropa.


Si quieres generar una buena impresión, una comunicación eficaz aprende que el lenguaje es infinito y que nadie nació sabiendo… estudia, lee, aprende y modifica.