sábado, 19 de agosto de 2017

Respeto, prudencia y comprensión

Frente a la crueldad y la atrocidad, la mejor postura del ser humano debería ser el respeto. Prudencia en lo que se dice y consideración en lo que se hace.

Cuando mezclamos las opiniones enraizadas con ideologías creamos un debate que carece de argumento maduro y cae en lo mundano y lo más denigrante: "yo haría" "yo... Yo y más yo". Damos inicio a una visión personal creyendo que el resto no tiene la posibilidad de expresarse dignamente sin faltar a los derechos, las libertades y los deberes. Aprendidos de generación en generación y respaldado por la ley que involucra a todos, en igualdad.

Cuando verdaderas aberraciones provocan el dolor de una sociedad es más fácil encerrar y generalizar, básicamente tropezar nuevamente en las ideologías que me definen y olvidarse que el ser humano tendría que amar la vida por el sólo hecho de existir y que cuando se habla de Dios, en todas sus expresiones, se traduce en paz y amor y jamás en guerra, odio o asesinatos.

No se comprende que alguien, invocando un ser superior acabe con la vida del otro, tampoco se concibe que existan personas con la capacidad de exterminar sin tener el más mínimo remordimiento. Pero esto no da lugar a generar especulaciones ni mucho menos desear que todos los que practican una religión sean alimentados con guerra, sangre y muerte. No es la ley de la supervivencia de antaño; esto provoca fobias en la sociedad y hace que el humano, el vecino, el hermano o el amigo ponga cliché a quiénes NO comparten las atrocidades, simplemente comparten una religión en otra dimensión.
Acaso ¿la religión es la culpable? ¿El ser humano es el culpable? O ¿existe un pensamiento estructurado que no da margen a nuevas posibilidades y genera desviaciones en una sociedad?

Cuando una opinión es fundamentada con historias personales y llevadas al terreno de "todos son así" se cierra el capítulo del aprendizaje, porque los prejuicios no dan lugar a poder detenerse y observar que no todos son de la misma manera.

Han pasado miles de guerras. Existieron bajezas humanas escudadas en la religión, se han robado la vida de miles y miles por pertenecer a otra raza, asesinan sin piedad en nombre del poder del más allá, seguimos avanzando y, en vez de luchar y concienciar a través de la educación, la inclusión, los valores humanos, nos creemos aptos para decir qué haríamos si tenemos el poder terrenal.

Aprender que no todos son iguales por más que compartan un estilo de vida o una religión es tarea constante de todos.
Entender que un pensamiento estructurado genera enfrentamientos y jamás, un acuerdo formal.
Saber que mañana los más pequeños tendrán opiniones fundadas, ideologías mamadas y pueden cambiar la historia.

Me duele escuchar y leer que la inmigración es la causante de los males de la sociedad.
Me duele pensar que hay padres que enseñan a sus hijos que la vida sólo es blanco o negro.
Me duele que no nos unamos y que ante situaciones terribles, pensemos en la eliminación de un sector cuando muchos de ellos, sacan la bandera de la paz.