viernes, 30 de diciembre de 2011

Elevo la copa por ellos, por ti, por nosotros, por mí…


Esta vez, antes de realzar la copa para decir ¡Salud! y  ¡feliz año nuevo!, dejaré que los 60 segundos previos se vuelvan lentos y “míos”… Ese minuto, será justo el que necesito para recordar lo pasado, permanecer en el presente y lanzarme al futuro.

Por ellos…

Ya nada es como ayer, algunos de mis seres queridos; aquellos que también elevaban su copa para dar inicio al nuevo año y refrescar así el reloj de la vida, esta noche su ausencia y su buen recuerdo dejan un vacío que se transforma en una nostalgia que emana de lo más profundo del corazón de quien escribe. Por cada uno de ustedes elevo con orgullo la copa: ¡Salud! y deben saber que no habrá ni tiempo, ni melodías, ni cantos, ni paisajes que me hagan olvidar cuáles son mis raíces y el por qué de mi propio existir…

La distancia se vuelve triste y aún más lejana… pero la energía del amor tranquiliza la añoranza y hace que los recuerdos se proyecten en una dimensión alcanzable y casi palpable…

Por ti…

Quizá, aquél puente que atravesé una vez, donde la infancia quedó lejana para dar paso a otra etapa de la vida, marcó lo que hoy recuerdo… Cuántas cosas nos da la naturaleza y luego, ella misma sin decirnos, nos obliga a despedirnos. En estos 60 segundos llegaré hasta allí, a ese puente que nunca más he visitado… y ahí mismo elevaré la copa por ti, por aquella personita que un día sin decirnos adiós se marchó para jamás regresar… Cada mañana al despertar, corría hacia tu cama para ver si habías vuelto… así, durante años.  ¡Salud!, te diré… ¡salud! Y que sepas, que aún sigo mirando, ya no hacía tu cama pero sí hacia el cielo en busca de tu estrella preferida.

Por nosotros…

A lo mejor, para algunos de nosotros el año que despedimos haya sido una etapa marcada por momentos amargos, tristes o  desesperantes. Sea cual sea el motivo, que lo amargo quede sólo en una reminiscencia pasajera, que lo triste vislumbre luz e invada el corazón de gotas de felicidad; le de vitalidad y energía para poder, desde lo más íntimo, renacer con una sonrisa… Que el desespero no logre ahogar el paisaje lleno de retoños que podemos cosechar en un futuro cercano…

¡Salud! por nosotros que merecemos un mañana marcado por la esperanza de construir; 

¡Salud! por nosotros que somos capaces de dar a quien necesita sin esperan nada a cambio;
 
¡Salud! por nosotros que hemos aprendido, luego de una etapa de desolación, aridez y llanto, a vivir; a ser feliz, a luchar por lo que queremos y renunciar por lo que no podemos, por lo sustancial y por lo puramente pasajero… 

¡Salud! por nosotros que hemos sido capaces de cultivarnos de cada error, de amar a alguien por lo que es y no por lo que tiene, de escribir lo que emana del alma y no de que brota sólo de la cabeza, de llorar por lo que realmente duele y no por la pena…


Por mí…

Queda muy poco para que las agujas se junten y marquen un cambio de etapa… Sólo faltan unos minutos para que esta copa que tengo entre mis manos se alce y en el centro se encuentre con las demás para desearnos un año cargado de energías positivas y lo mejor de lo mejor para cada uno…

No dejaré de mirarme, de observarme a través de esa copa llena de ilusiones, sentimientos y nostalgia… Seré yo mismo, serán mis órganos, mis pensamientos, mi particularidad quien me diga ¡Salud!, y continúa imaginando, proyectando y amando…

Esta noche, extendamos la mando, elevemos la copa, mirémonos, reencontrémonos y digámonos ¡Salud!, un “Feliz año! repleto de buenas aspiraciones.

Un año donde ellos se den cuenta que lo importante no es aparentar sino  “ser”, que lo fundamental es “amar” y no “caer bien”.

Un año donde tú entiendas que el daño duele, que la competencia envidiosa rompe amistades, donde seas capaz de perdonar, de entender y de ser tú mismo; así tal cual eres, lleno de defectos pero inmensamente rico en virtudes.

Un año donde nosotros podamos aprender de los fracasos y de los errores y ayudemos a que otros no se desvíen del camino, evitemos el sufrimiento innecesario, enseñemos a caminar…

Un año donde seré yo mismo el que escriba mis “momentos”, mis “días”, mis “etapas”… en definitiva, mi transitar por esta vida.

¡Salud a ellos, a ti, a nosotros y a mí!

jueves, 22 de diciembre de 2011

La magia de vivir


Querida vida,

He decidido escribirte estas líneas porque algunos dicen que las palabras escritas son eternas y, que a las palabras pronunciadas se las lleva el viento. Quiero contarte todo aquello que tengo reservado en lo más profundo de mi alma, abrir cada cajón; cada rincón y escribir, tan sólo garabatear… A lo mejor, esto que escribo, algún día, lo vuelva a leer, se lo pueda mostrar a mis hijos, a quiénes comparten las mismas ilusiones, emociones y sentimientos y, tal vez, tengas una respuesta para que pueda seguir por este camino de vueltas y más vueltas.  

Me han contado que el día en que nací ha sido el día más maravilloso de mis padres, que has sido tú la que les has regalado mi presencia, así como mis primeros pasos y tantas cosas que de niño he hecho y que para ellos era motivo de alegría y felicidad… Es verdad, también he sido partícipe de esas alegrías, porque al final, lo que tú siempre has enviado han sido paquetes que contenían felicidad, ilusión y ganas de seguir disfrutando.

Pero mi querida y bien preciada vida, tengo que hacerte preguntas y ojalá, algún día puedas responderme… Seguiré, hasta el fin de mis días esperando a que el cartero traiga una carta de tu puño y letra.

Por qué cuando alguien se nos iba, cuando abandonaba este círculo y el vacío era el dueño de ese espacio que nada ni nadie podrá jamás cubrir; cuando el camino para otros se comenzaba a volver más estrecho y ya nada se podía hacer, cuando un “instante” se ha convertido en el protagonista principal de la historia más triste que nos toca atravesar; los sabios mayores decían: “así es la vida”…

Por qué has permitido que un niño tan indefenso tenga que enfrentarse a la ausencia de felicidad, de sueños por cumplir y de ilusiones infantiles… por qué un muñeco de trapo fue reemplazado tan rápidamente por un pañuelo para secar tantas lágrimas; por qué un señor de rojo que entraba por la chimenea le dejaba regalos a tantos y tantos y este niño sólo recibía un libro de oraciones para rezar por aquellos indefensos; los sabías mayores decían: “así es la vida”…

Por qué en la etapa que iba creciendo, madurando, amoldándome a las cosas que me rodeaban, dándome cuenta de lo importante que era para muchos y esos muchos cuán importantes eran para mí… y dándome cuenta cómo un girasol comienza a ser girasol cuando una mano siembra una semilla, nace su raíz para convertirse en planta y ser la dueña de sí misma, sabiendo que al mirar al sol podrá abrirse y vivir… Por qué en esa etapa tuve que aprender a caminar sólo y madurar sin ser adulto, decidir sin ser capaz de distinguir la sal del azúcar.

Cuántos porqués… Tantas preguntas con una única respuesta: “así es la vida”… Pero claro, al escuchar eso de aquellos sabios mayores, no había cuestionamientos, sólo seguir por el camino correcto y seguir esperando que alguien sea el cartero que diga: carta de la vida.

Aquí estoy, una vez más, contemplando este infinito universo donde la nada se hace mundo y donde el mundo, en su inmensidad se hace individual, donde las preguntas comienzan a tener respuestas y donde aquello que ha sido doloroso se transforma en sabiduría, donde las lágrimas del ayer han sido el crecimiento oportuno de hoy…

Aquí estoy, pero esta vez ya no esperando una carta cuyo remitente seas tú… Ha tenido que pasar mucho tiempo para darme cuenta de las inmensas oportunidades que me has brindado… y que el éxito no es la facilidad ni la respuesta dada, sino al contrario, es buscar, encontrar e interpretar…

Cuando he abierto mi propio sobre y he leído lo que yo mismo me decía, he tenido el momento más inolvidable de mi existir… He tenido imágenes, recuerdos, sensaciones y todo lo experimentado… y ahí estaba la respuesta, siempre estuvo pero claro, no lograba hacer lo que me pedias… ¡vive!

Eso era lo que decías… tantos años han tenido que pasar, tantas generaciones y tanto camino he tenido que recorrer para entender de lo tan significativo que es la respuesta: ¡vive!

Cuán importante fue aquél girasol: aprender a sobrevivir cada día buscando su máxima energía, el sol.

Porque cada respuesta siempre ha estado conectada con la pluralidad y con la positividad… vive, aprende de eso y enseña a vivir… Que ninguna lágrima sea en vano, llora cuando se van, llora por su ausencia pero que sepas que nunca te ha dejado… mientras lo tengas en lo más íntimo de tu vida, más está presente… porque ninguna luz se apaga sin que tú mismo la soples. Claro que duele, porque el vacío duele, el no “estar” entristece pero el saber que la vida se ha compartido enorgullece…

Vive, aprende de eso y enseña a vivir… Que nunca se te olvide el extender y dar la mano al otro… transmite tus energías y que sienta el calor de tus manos, comunica y entrega tus experiencias sino seguiremos en el mundo del avaro y del mezquino.

No tengas dudas en ayudar a quien lo necesita, en entregar tu corazón y tu disponibilidad… Siembra, riega y los frutos que darás te llenaran de satisfacción, emoción e ilusión.  

Vive, aprende de eso y enseña a vivir… Nunca esperes el cartero para la respuesta de tu vida. Eres tú el que tiene para cada situación, cada experiencia y cada momento la magia para actuar…

Nadie le dijo al girasol que mire al sol para vivir…