viernes, 30 de diciembre de 2011

Elevo la copa por ellos, por ti, por nosotros, por mí…


Esta vez, antes de realzar la copa para decir ¡Salud! y  ¡feliz año nuevo!, dejaré que los 60 segundos previos se vuelvan lentos y “míos”… Ese minuto, será justo el que necesito para recordar lo pasado, permanecer en el presente y lanzarme al futuro.

Por ellos…

Ya nada es como ayer, algunos de mis seres queridos; aquellos que también elevaban su copa para dar inicio al nuevo año y refrescar así el reloj de la vida, esta noche su ausencia y su buen recuerdo dejan un vacío que se transforma en una nostalgia que emana de lo más profundo del corazón de quien escribe. Por cada uno de ustedes elevo con orgullo la copa: ¡Salud! y deben saber que no habrá ni tiempo, ni melodías, ni cantos, ni paisajes que me hagan olvidar cuáles son mis raíces y el por qué de mi propio existir…

La distancia se vuelve triste y aún más lejana… pero la energía del amor tranquiliza la añoranza y hace que los recuerdos se proyecten en una dimensión alcanzable y casi palpable…

Por ti…

Quizá, aquél puente que atravesé una vez, donde la infancia quedó lejana para dar paso a otra etapa de la vida, marcó lo que hoy recuerdo… Cuántas cosas nos da la naturaleza y luego, ella misma sin decirnos, nos obliga a despedirnos. En estos 60 segundos llegaré hasta allí, a ese puente que nunca más he visitado… y ahí mismo elevaré la copa por ti, por aquella personita que un día sin decirnos adiós se marchó para jamás regresar… Cada mañana al despertar, corría hacia tu cama para ver si habías vuelto… así, durante años.  ¡Salud!, te diré… ¡salud! Y que sepas, que aún sigo mirando, ya no hacía tu cama pero sí hacia el cielo en busca de tu estrella preferida.

Por nosotros…

A lo mejor, para algunos de nosotros el año que despedimos haya sido una etapa marcada por momentos amargos, tristes o  desesperantes. Sea cual sea el motivo, que lo amargo quede sólo en una reminiscencia pasajera, que lo triste vislumbre luz e invada el corazón de gotas de felicidad; le de vitalidad y energía para poder, desde lo más íntimo, renacer con una sonrisa… Que el desespero no logre ahogar el paisaje lleno de retoños que podemos cosechar en un futuro cercano…

¡Salud! por nosotros que merecemos un mañana marcado por la esperanza de construir; 

¡Salud! por nosotros que somos capaces de dar a quien necesita sin esperan nada a cambio;
 
¡Salud! por nosotros que hemos aprendido, luego de una etapa de desolación, aridez y llanto, a vivir; a ser feliz, a luchar por lo que queremos y renunciar por lo que no podemos, por lo sustancial y por lo puramente pasajero… 

¡Salud! por nosotros que hemos sido capaces de cultivarnos de cada error, de amar a alguien por lo que es y no por lo que tiene, de escribir lo que emana del alma y no de que brota sólo de la cabeza, de llorar por lo que realmente duele y no por la pena…


Por mí…

Queda muy poco para que las agujas se junten y marquen un cambio de etapa… Sólo faltan unos minutos para que esta copa que tengo entre mis manos se alce y en el centro se encuentre con las demás para desearnos un año cargado de energías positivas y lo mejor de lo mejor para cada uno…

No dejaré de mirarme, de observarme a través de esa copa llena de ilusiones, sentimientos y nostalgia… Seré yo mismo, serán mis órganos, mis pensamientos, mi particularidad quien me diga ¡Salud!, y continúa imaginando, proyectando y amando…

Esta noche, extendamos la mando, elevemos la copa, mirémonos, reencontrémonos y digámonos ¡Salud!, un “Feliz año! repleto de buenas aspiraciones.

Un año donde ellos se den cuenta que lo importante no es aparentar sino  “ser”, que lo fundamental es “amar” y no “caer bien”.

Un año donde tú entiendas que el daño duele, que la competencia envidiosa rompe amistades, donde seas capaz de perdonar, de entender y de ser tú mismo; así tal cual eres, lleno de defectos pero inmensamente rico en virtudes.

Un año donde nosotros podamos aprender de los fracasos y de los errores y ayudemos a que otros no se desvíen del camino, evitemos el sufrimiento innecesario, enseñemos a caminar…

Un año donde seré yo mismo el que escriba mis “momentos”, mis “días”, mis “etapas”… en definitiva, mi transitar por esta vida.

¡Salud a ellos, a ti, a nosotros y a mí!

jueves, 22 de diciembre de 2011

La magia de vivir


Querida vida,

He decidido escribirte estas líneas porque algunos dicen que las palabras escritas son eternas y, que a las palabras pronunciadas se las lleva el viento. Quiero contarte todo aquello que tengo reservado en lo más profundo de mi alma, abrir cada cajón; cada rincón y escribir, tan sólo garabatear… A lo mejor, esto que escribo, algún día, lo vuelva a leer, se lo pueda mostrar a mis hijos, a quiénes comparten las mismas ilusiones, emociones y sentimientos y, tal vez, tengas una respuesta para que pueda seguir por este camino de vueltas y más vueltas.  

Me han contado que el día en que nací ha sido el día más maravilloso de mis padres, que has sido tú la que les has regalado mi presencia, así como mis primeros pasos y tantas cosas que de niño he hecho y que para ellos era motivo de alegría y felicidad… Es verdad, también he sido partícipe de esas alegrías, porque al final, lo que tú siempre has enviado han sido paquetes que contenían felicidad, ilusión y ganas de seguir disfrutando.

Pero mi querida y bien preciada vida, tengo que hacerte preguntas y ojalá, algún día puedas responderme… Seguiré, hasta el fin de mis días esperando a que el cartero traiga una carta de tu puño y letra.

Por qué cuando alguien se nos iba, cuando abandonaba este círculo y el vacío era el dueño de ese espacio que nada ni nadie podrá jamás cubrir; cuando el camino para otros se comenzaba a volver más estrecho y ya nada se podía hacer, cuando un “instante” se ha convertido en el protagonista principal de la historia más triste que nos toca atravesar; los sabios mayores decían: “así es la vida”…

Por qué has permitido que un niño tan indefenso tenga que enfrentarse a la ausencia de felicidad, de sueños por cumplir y de ilusiones infantiles… por qué un muñeco de trapo fue reemplazado tan rápidamente por un pañuelo para secar tantas lágrimas; por qué un señor de rojo que entraba por la chimenea le dejaba regalos a tantos y tantos y este niño sólo recibía un libro de oraciones para rezar por aquellos indefensos; los sabías mayores decían: “así es la vida”…

Por qué en la etapa que iba creciendo, madurando, amoldándome a las cosas que me rodeaban, dándome cuenta de lo importante que era para muchos y esos muchos cuán importantes eran para mí… y dándome cuenta cómo un girasol comienza a ser girasol cuando una mano siembra una semilla, nace su raíz para convertirse en planta y ser la dueña de sí misma, sabiendo que al mirar al sol podrá abrirse y vivir… Por qué en esa etapa tuve que aprender a caminar sólo y madurar sin ser adulto, decidir sin ser capaz de distinguir la sal del azúcar.

Cuántos porqués… Tantas preguntas con una única respuesta: “así es la vida”… Pero claro, al escuchar eso de aquellos sabios mayores, no había cuestionamientos, sólo seguir por el camino correcto y seguir esperando que alguien sea el cartero que diga: carta de la vida.

Aquí estoy, una vez más, contemplando este infinito universo donde la nada se hace mundo y donde el mundo, en su inmensidad se hace individual, donde las preguntas comienzan a tener respuestas y donde aquello que ha sido doloroso se transforma en sabiduría, donde las lágrimas del ayer han sido el crecimiento oportuno de hoy…

Aquí estoy, pero esta vez ya no esperando una carta cuyo remitente seas tú… Ha tenido que pasar mucho tiempo para darme cuenta de las inmensas oportunidades que me has brindado… y que el éxito no es la facilidad ni la respuesta dada, sino al contrario, es buscar, encontrar e interpretar…

Cuando he abierto mi propio sobre y he leído lo que yo mismo me decía, he tenido el momento más inolvidable de mi existir… He tenido imágenes, recuerdos, sensaciones y todo lo experimentado… y ahí estaba la respuesta, siempre estuvo pero claro, no lograba hacer lo que me pedias… ¡vive!

Eso era lo que decías… tantos años han tenido que pasar, tantas generaciones y tanto camino he tenido que recorrer para entender de lo tan significativo que es la respuesta: ¡vive!

Cuán importante fue aquél girasol: aprender a sobrevivir cada día buscando su máxima energía, el sol.

Porque cada respuesta siempre ha estado conectada con la pluralidad y con la positividad… vive, aprende de eso y enseña a vivir… Que ninguna lágrima sea en vano, llora cuando se van, llora por su ausencia pero que sepas que nunca te ha dejado… mientras lo tengas en lo más íntimo de tu vida, más está presente… porque ninguna luz se apaga sin que tú mismo la soples. Claro que duele, porque el vacío duele, el no “estar” entristece pero el saber que la vida se ha compartido enorgullece…

Vive, aprende de eso y enseña a vivir… Que nunca se te olvide el extender y dar la mano al otro… transmite tus energías y que sienta el calor de tus manos, comunica y entrega tus experiencias sino seguiremos en el mundo del avaro y del mezquino.

No tengas dudas en ayudar a quien lo necesita, en entregar tu corazón y tu disponibilidad… Siembra, riega y los frutos que darás te llenaran de satisfacción, emoción e ilusión.  

Vive, aprende de eso y enseña a vivir… Nunca esperes el cartero para la respuesta de tu vida. Eres tú el que tiene para cada situación, cada experiencia y cada momento la magia para actuar…

Nadie le dijo al girasol que mire al sol para vivir… 

lunes, 6 de junio de 2011

Respuestas encontradas

Cuenta la historia que un caminante, un hombre sin rumbo cuya meta era descubrir el verdadero sentido de la felicidad, luego de divagar por pueblos, valles y colinas, se encontró con un anciano que, a diferencia de este, sólo era propietario de un bastón que le daba fuerzas, equilibrio y sostén en la corta vida que le quedaba por transitar… Sin embargo, el viejecito de piel arrugada, manos cortadas por el paso de los años y el aferro al palo que lo soportaba, de mirada penetrante y resplandeciente, observó al caminante y le dijo: ¡Es aquí; es justo aquí donde encontrarás lo que hace mucho vienes persiguiendo! Pero no imites, no preguntes, apártate de esa pesada e innecesaria mochila, ¿de qué te sirve? Cierra los ojos, escucha, siente y verás que desde lo más profundo comienzan a crecer brotes de respuestas y cada día, irás armando pieza a pieza y con el transcurrir del tiempo completarás lo que tanto añoras…

Así fue, con el paso de los años, este caminante ha descubierto y ha logrado armar aquello que un misterioso señor le ayudó a comprender:

Ser feliz es despertar cada mañana y decir GRACIAS, es aprender a quererte, mimarte, abrazarte para poder querer, amar y abrazar…

Ser feliz es mirar al otro con los ojos del alma, sentir empatía y poder transmitir una pizca de alegría, contagiar y motivar…

Ser feliz es dejar que tu interior se pronuncie como un sabio y te entregue las respuestas que más esperas…. Es equivocarse una y otra vez, es comenzar y recomenzar…

Ser feliz es tener lágrimas de alegría, palabras de sabiduría y gestos de humanidad… Es estar con el otro en las buenas y en las malas…

Ser feliz es escribir los buenos momentos, olvidar los malos tragos, dejar atrás los inconvenientes y aprender de los errores…

Ser feliz es desear el bien, decir un “te quiero”, “te necesito”, “te extraño”, “lo siento”, “perdóname”, ser feliz es hacer feliz…

Ser feliz es caminar, andar, correr, es detenerse, pararse, sentarse, mirarse, contemplarse, corregirse y volver a caminar…

Al final de todo ser feliz es eso: vivir la vida paso a paso, disfrutar de los instantes únicos, decirle “adiós” al ayer y “bienvenido” al mañana, es guardar en el corazón cada mirada, cada sonrisa dedicada… es verte al espejo cómo tu cuerpo comienza a debilitarse por el paso de los años… Es cerrar tus parpados y ver cómo en tu interior aún siguen brotando semillas de juventud, de frescura y ganas de vivir la vida…

Cerrado el libro, el caminante observó sus manos ampolladas por el bastón que le daba sostén a su cuerpo, suspiró profundamente y continuó la ruta de su vida…

Allí está, permanece abierto y con ganas de ser escrito, porque este libro aún no ha llegado a su fin.

viernes, 3 de junio de 2011

¡Si supieras!

Cuesta entender, duele comprender y darse cuenta que ayer estabas que te he visto sonreír, gritar, darme esos sabios consejos y yo, muy testarudo y con carácter - casi igual al tuyo-, salía malhumorado e intentaba ignorarte…

Hoy siento el vacío más vacío que la vida me ha presentado… algo que no puedo expresar pero sí vivenciar… levantarme duele, acostarme lastima; caminar y hablar; todo me duele… la vida me duele… Tu ausencia me duele.

No hay palabras ni frases hechas ni eufemismos que calmen y tranquilicen lo que mi corazón está atravesando… El destino, la vida, la naturaleza, el nacer y el morir…

¡Si supieras! ¡No sé, a lo mejor sí!, que al mirar el cielo, al descansar mi mirada en ese mar que no tiene fin, al caminar y llevar conmigo tu imagen; te busco, te hablo… a lo mejor sí lo sabes. Me has dejado vacío, te pienso y mis ojos se llenan de lágrimas, te recuerdo y algo dentro de mí no entiende, no comprende y no acepta…

Intento, cada noche arroparte y atraerte y que aquella sonrisa y mirada no se me escabullen en mis pensamientos sino que sean el presente, el instante y se eternicen en mi andar cotidiano… Nuevamente despierto y mi alma no se cura de tu inaudita ausencia… y me pregunta, una y otra vez, ¿por qué tan amargo y doloroso tiene que ser el paso por la vida? ¿Por qué has dicho “hasta mañana” y ha sido un “hasta nunca”?

¡Si supieras! Lo que te he querido, lo que he aprendido y he heredado de tu paso por esta vida… Pensaba decírtelo, contarte mis andanzas, soñaba con estar a tu lado, compartir alegrías, tristezas, fracasos y abrazos, ¡sí!, esos abrazos que eran espontáneos y daban vitalidad y energía para crecer amado.

Algunos dicen que el tiempo cura y que el dolor se asienta en lo más profundo de nuestro ser… Si pudiese, sólo por un instante girar el reloj y volverlo a aquellas épocas donde reinaba la alegría y la felicidad; si pudiese ser el ladrón del tiempo y robar las agujas eternas para hacerlas humanas, te juro que lo haría… Es que tengo cosas para contarte, muchos abrazos que no he podido darte y que veas, cómo la vida me encauzado, cómo me han marcado aquellos consejos que de niño ignoraba y no aceptaba.

¡Si supieras! Por más que el tiempo se encargue de cubrir con sus instantes lo pasado, que cada día te hablo, te cuento, te recuerdo, sonrío e intento imitarte… Que en mis despertares te digo “buenos días” y en mis noches jamás dejo que te vayas…

Es verdad… ya no reniego ni culpo a la vida por tu ausencia. Ya no está vacío mi interior porque he colocado recuerdo tras recuerdo, todos catalogados y fáciles de encontrar… He logrado entender, con palabras más o palabras menos, aquello que me has transmitido: cuánto más quiero y más bien hago, más me acerco a tu corazón… ¡y lo sabes!

viernes, 27 de mayo de 2011

No sé cómo explicarte, cómo decirte o simplemente qué contarte…

Soy de esos que no logran, quizá por temor o por vergüenza, pronunciar una simple palabra o un breve comentario…

Pero sí puedo transmitir mis emociones, sensaciones y sentimientos con el tacto, con mi mirar y con mi escuchar… No me juzgues por lo que no digo, por lo que no suelo pronunciar o expresar… Sólo déjate llevar, únete a mis energías internas que, con el paso de los segundos, se transforma en un sistema único y difícil de explicar…

Al final, aquello que buscamos explicar, esa definición que tanto deseamos transmitir sólo se vive y experimenta en minutos, segundos, instantes… pero que cuánto más la trabajamos y practicamos más larga y duradera se vuelve…

El amor no se explica, el amor no se define… Se siente, vivencia y mastica.

Cuando estamos juntos y nada invade nuestros pensamientos; porque sólo tú y yo estamos inmersos en ese sistema de amor energético; cuando tu caricia traspasa mi exterior y recorre cada partícula de mis órganos para asentarse y registrarse en mi interior más recóndito; cuando tú cierras los ojos y sientes lo mismo que yo… es ahí; es entonces, cuando podemos decir que vivimos en el mismo cosmos y que estamos enamorados…

El amor no tiene discurso… Nace, crece, madura y eterniza.

El día que sienta que el tiempo ya no es el mismo, que el sol intenta no amanecer para nosotros, en ese momento, cogeré tu mano junto a la mía, volveré a mirarte fijamente como antaño, cerraremos los ojos y buscaremos, no en la culpa ni en los pecados, no en las acusaciones ni en los terceros, sino en aquellas partículas energéticas que tú y yo hemos transmitidos y será en ese instante donde descubriremos dónde y cómo hemos fallado… Sólo ha sido eso, un desliz, una inconstancia pasajera y un “no cuidar” momentáneo… Las agujas continuaran, el sol nuevamente amanecerá para ti y para mí y esta vez, no sólo nos aferraremos sino que también, nos amarraremos al deseo del amor: Cuidarnos…

El amor no se disuelve…. Simplemente reposa.

Aunque no logre ya tocarte, verte o contactar mis labios con los tuyos… cierro mis ojos, aunque me pesan, junto mis manos, ya no son las mismas, están ásperas, arrugadas y más lentas… pero te siento, aún te siento y continuas igual que el mismo día que tu alma se ha unido a la mía… no ha podido amor mío, no ha podido la muerte aislarte de mis emociones, sensaciones y energías… Respiro y huelo tu fragancia, me acaricio y percibo tu piel suave y delicada, cierro mis ojos y ahí te veo…

Perdóname por no decírtelo, perdóname por no expresarte verbalmente aquello que sentía y siento… Aunque si hoy estuvieses conmigo, sería igual… Nos introduciríamos en esa energía cósmica del amor… donde no hay palabras ni lenguaje que transmita lo que sentimos….

miércoles, 16 de febrero de 2011

Alma sana en Cuerpo sano

Siempre dije que la vida, día tras día y a medida que uno va creciendo, te va regalando sorpresas, sólo debemos tomarlas y llevarlas a la experiencia personal.

Al salir de la facultad, mientras hacía tiempo para entrar en mi trabajo, me senté en un banco de la plaza a tomar el sol primaveral y sentir golpear sobre mi cara el aire cálido y escuchar el ruido de los pinos que bailaban incansablemente. A lo lejos, pude ver a una anciana que se acercaba, poco a poco, hacia mí. La acompañaba un perro, que expresaba, a través de su cola, la felicidad y las gracias a su dueña.

La observé: a pesar de su pelo blanco y su bastón, se veía en ella una mujer llena de vida, alegre, transparente… Cuando se acercó, su perrito comenzó a olfatearme: ¡Dino!!! -exclamó la anciana; y, con una hermosa y delicada sonrisa me dice-: ¡Le has caído muy bien!

-Acariciándolo, le contesté: ¡Es hermoso, muy suave y simpático!

-Él es mi única compañía, es mi hijo, mi amigo, es quien me obliga y exige que salga todos los días a caminar y disfrutar de estas espléndidas tardes, de la naturaleza que podemos compartir…

-¡Siéntese! -le dije- Cuando la miré de más cerca, cara a cara, pude percibir su paz interior; sus ojos celestes, brillosos y grandes me conmovieron. Era la abuela más perfecta que había encontrado. Me quedé unos segundos observándola y allí le expresé:

-Usted es muy joven, debería encontrar un compañero que la atienda y la quiera…

Ella con esa hermosa sonrisa y acariciando a su perro me respondió: ¡Oh! No… no… Tuve al lado mío al hombre más maravilloso, al hombre comprensivo y cariñoso, entregué y recibí amor por muchísimos años, fui muy pero muy feliz y aún lo sigo siendo. Tengo tan sólo 81 años, estoy dispuesta a seguir disfrutando de la vida, cada uno debe vivir la vida como un regalo, si el interior está en paz y tiene serenidad, el exterior lo expresa, lo refleja…

-¿Ama la soledad? -le pregunté.

-¡Yo no vivo sola, tengo a Dino!, salgo a caminar, disfruto de mis amigos, de mi gente querida, acompaño a los chicos que realmente viven solos, que no tienen unos brazos que por las noches, les digan que los quieren y puedan recibir el beso en la frente, ¡eso es soledad!

Cada cosa que realizo, cada acción buena que puedo hacer me da vida, me da fuerzas para continuar en este caminar diario. Intento, con lo más mínimo, alimentar mi espíritu. ¿Cómo? Ayudando, extendiendo la mano al que necesita y se siente sólo, a mis colegas, a los ancianos y ancianas que han dicho ¡no! a la vida…

La seguía mirando, no me cansaba de observar sus manos, sus ojos que transmitían una felicidad constante, y entonces le pregunté: ¿Cuál es el verdadero secreto para vivir la vida y que el alma se exprese a través del cuerpo?

Ella respiró profundamente, cerró los ojos, tomó mi mano y me dijo: "Mens san in corpore sana"

Caminarás... trascenderás...

Ángel: Fue la tarde más preciosa, que aún permanece archivada en la caja de mis recuerdos, y, cada vez que la traigo a mis pensamientos, el corazón vuelve a latir con gran entusiasmo y felicidad…

Osvaldo: ¿Qué viviste?, ¡contame, no me dejes con la intriga!

Ángel: Todos tenemos, en la vida, algún momento de felicidad plena. También, pasamos por situaciones duras, tristes y delicadas, es como si te clavaran en el corazón un puñal con mucha fuerza, que te deja sin respiración hasta que comenzás a marearte y, poco a poco, te vas muriendo…

Osvaldo: ¡Es verdad!, en mi caso, yo comparo la vida como un camino hacia el fruto deseado, pero difícil de alcanzar sin antes caer y sin dejar marcas en el camino; señales que sirven para seguir andando y creciendo, pero más que crecer, "aprender a separar las rosas de los cardos…".

Ángel: ¿Cómo es eso?

Osvaldo: Estás caminando muy tranquilamente, nada sucede, nada interesa, sos vos y nadie más, a menudo, caminarás con algunos amigos, con tu madre, o tu padre… De repente, ni cuenta te das; con la piedra más chica que había en ese hermoso y delicado camino, te tropezaste… Menos mal que fue una pequeña y diminuta piedra, y te dijiste a vos mismo, ¡la próxima estaré más atento…!

Sigues andando por ese camino que vas trazando, y esta vez, tu vista se te ha nublado y te golpeaste ya no, con una pequeña piedra, ésta era grande, fuerte, difícil de correr… Estás herido, caminas lentamente, pero por suerte hay gente muy querida que te sostiene y ayuda a seguir andando por el camino de la vida.

Descubrís algo: miras hacia atrás, cuánto has caminado, y pensas en aquéllos que se golpearon, en los heridos y vos ni siquiera les extendiste una mano. Luego, al mirar hacia adelante, podes distinguir el fruto que viniste a buscar, ese fruto que al probarlo te dará la clave para vivir en paz y en armonía, de esta manera, ayudarás, serás solidario con todos, no habrá un "yo personal", seremos un "todo social"… Entonces, entendemos que solos no podemos vivir.

Ángel: ¿Te pasó eso alguna vez?, pregunto porque lo contás como propio.

Osvaldo: Me pasó a mí, te pasa a vos, nos pasa a todos, lo que ocurre es que ni vos, ni yo, somos conscientes del camino que hemos recorrido. Cerrá los ojos, respirá profundamente y sentirás en tu interior que cada cosa, por pequeña que sea, es un momento importante en la vida… ¡sos vos, quien arma el telar, quien le da los colores y la forma!

Me hacés hablar a mí, pero decime, ¿qué te pasó esta tarde? ¿Por qué es la tarde más hermosa que has vivido?

Ángel: Yo vine a este lugar a esperar que la muerte me buscara, que mi bastón fuera entregado a otro que lo necesitase, que mi cama fuera ocupada por alguien como yo.

Pero la vida fue más inteligente, más astuta, no dejó que me llevara fácilmente, y aquí estoy, feliz y lleno de amigos.

Fue la tarde más preciosa, ese día me di cuenta de que si el sol te da calidez y la noche te brinda compañía y serenidad; que si la gente te da simpatía y alegría, entonces, amigo, ¡disfrutá, porque estás vivo! ¡Vivir es conocer y trascender!

Una fantasía que nos toca

En un lejano bosque, donde la fantasía supera la propia realidad, los animales eran dueños de la naturaleza que allí reinaba. Árboles frondosos; plantas de todos los tamaños, cada una dando hermosas y aromáticas flores; aguas claras y con distintas danzas para despertar el entusiasmo de los habitantes.

Como en cualquier comunidad, había un animal a quien respetar. Era la Reina “Hilvana”, una “Jirafa” que pretendía el bienestar de todos los animales del bosque “Amicus”.

Una vez al año, ellos se reunían para festejar la fundación de este hermoso y soñado lugar. Como la tradición lo indicaba, cada uno debía llevar, en nombre de la manada, un signo de su trabajo, para ser entregado a la Reina.

-¡Mis animales más preciados! -expresó la Reina. ¡Bienvenidos! Estamos todos juntos para compartir la alegría que nos une, la fundación de este lugar. No debemos olvidar nuestra historia, ella nos enseña y nos ayuda a construir el presente y vivir en paz y armonía, como nuestra Madre, la Naturaleza, nos enseña.

-¡Sí, claro! -le dijo al oído un elefante a una mona: ¿Por qué no pregunta si nosotras tenemos tranquilidad? Es la típica Reina que no sale a ver la vida cotidiana…

Al momento de presentar los signos, todos los animales se esmeraban en ofrecer a la Reina Hilvana el mejor discurso, de esa manera, ella quedaría sin palabras y tomaría como ejemplo al que la conmoviera.

Se acercó una lechuza, desfilando por el medio de todos, le obsequió un hermoso “ojo de oro”, acompañado de un largo y rebuscado discurso.

-¿Qué inteligente? -acotó un monito-. Esa lechuza debería ser consejera de la Reina.

Luego, llegó al escenario un tigre, quien le entregó, un tapado de animales capturados por ellos, leyéndole un poema y emocionando a todas las hembras del lugar.

-¡Es hermoso! -dijo un hipopótamo-. ¡Qué dichosa es la Reina!

Así fueron pasando distintos animales, elefantes; monos; leones; aves; etc. Cada uno concediéndole objetos con mucho valor y dando discursos preparados con anterioridad, para quedar uno mejor que el otro delante de ella.

Al final, le tocó el turno a la tortuga. Se arrimó al escenario con lentitud y avergonzada le comunicó a la Reina:

-¡Mi Señora Reina!, he visto que los demás animales han entregado a usted regalos muy caros y bonitos, en mi caso, le traigo algo de bajo costo, algo que sin ella no podemos subsistir…

El resto de los animales, riéndose y susurrando entre ellos comentaban: ¿Qué se puede esperar de una simple tortuga?, ¡nada!
-¿Qué me has traído? -le preguntó la Reina.

-Le entrego, en nombre de mis pares, una Estrella de Mar.

Esto desató la risa en el bosque, y la Reina, levantándose, gritó: ¡Silencio!
Sólo esto bastó para que nadie abriera su boca.

-Somos indefensas, incapaces de construir objetos de valor -continuó diciendo la tortuga, avergonzada ante todos-, lo único que poseemos y nos ayuda a vivir y protegernos es nuestro caparazón.
La estrella de mar es nuestra guía, ella nos indica el camino adonde el peligro no existe, es nuestra compañera en las profundidades del océano.

-¡Supongo que la Reina no aceptará eso! -dijo la lechuza que le había entregado el ojo de oro-. Es un horror para el bosque, además, ni hablar sabe.

La Reina tomó la estrella de mar y, en voz alta, les comunicó a todos:

-¡Queridos animales del bosque “Amicus”, no se confundan!, ¿creen que, al decir discursos rebuscados y entregar objetos de valor, la naturaleza los amará más?

¡Quien entrega algo, que lo dé con absoluta sinceridad!