Esta vez, antes de realzar la
copa para decir ¡Salud! y ¡feliz año
nuevo!, dejaré que los 60 segundos previos se vuelvan lentos y “míos”… Ese
minuto, será justo el que necesito para recordar lo pasado, permanecer en el
presente y lanzarme al futuro.
Por ellos…
Ya nada es como ayer,
algunos de mis seres queridos; aquellos que también elevaban su copa para dar
inicio al nuevo año y refrescar así el reloj de la vida, esta noche su ausencia
y su buen recuerdo dejan un vacío que se transforma en una nostalgia que emana
de lo más profundo del corazón de quien escribe. Por cada uno de ustedes elevo
con orgullo la copa: ¡Salud! y deben saber que no habrá ni tiempo, ni melodías,
ni cantos, ni paisajes que me hagan olvidar cuáles son mis raíces y el por qué
de mi propio existir…
La distancia se
vuelve triste y aún más lejana… pero la energía del amor tranquiliza la añoranza
y hace que los recuerdos se proyecten en una dimensión alcanzable y casi
palpable…
Por ti…
Quizá, aquél puente
que atravesé una vez, donde la infancia quedó lejana para dar paso a otra etapa
de la vida, marcó lo que hoy recuerdo… Cuántas cosas nos da la naturaleza y
luego, ella misma sin decirnos, nos obliga a despedirnos. En estos 60 segundos
llegaré hasta allí, a ese puente que nunca más he visitado… y ahí mismo elevaré
la copa por ti, por aquella personita que un día sin decirnos adiós se marchó
para jamás regresar… Cada mañana al despertar, corría hacia tu cama para ver si
habías vuelto… así, durante años. ¡Salud!,
te diré… ¡salud! Y que sepas, que aún sigo mirando, ya no hacía tu cama pero sí
hacia el cielo en busca de tu estrella preferida.
Por nosotros…
A lo mejor, para
algunos de nosotros el año que despedimos haya sido una etapa marcada por momentos
amargos, tristes o desesperantes. Sea cual
sea el motivo, que lo amargo quede sólo en una reminiscencia pasajera, que lo
triste vislumbre luz e invada el corazón de gotas de felicidad; le de vitalidad
y energía para poder, desde lo más íntimo, renacer con una sonrisa… Que el
desespero no logre ahogar el paisaje lleno de retoños que podemos cosechar en
un futuro cercano…
¡Salud! por nosotros que merecemos un mañana
marcado por la esperanza de construir;
¡Salud! por nosotros que somos capaces de dar a quien necesita sin esperan nada
a cambio;
¡Salud! por nosotros que hemos aprendido, luego de una etapa de desolación,
aridez y llanto, a vivir; a ser feliz, a luchar por lo que queremos y renunciar
por lo que no podemos, por lo sustancial y por lo puramente pasajero…
¡Salud! por nosotros que hemos sido capaces de cultivarnos de cada error, de
amar a alguien por lo que es y no por lo que tiene, de escribir lo que emana
del alma y no de que brota sólo de la cabeza, de llorar por lo que realmente
duele y no por la pena…
Por mí…
Queda muy poco para
que las agujas se junten y marquen un cambio de etapa… Sólo faltan unos minutos
para que esta copa que tengo entre mis manos se alce y en el centro se
encuentre con las demás para desearnos un año cargado de energías positivas y
lo mejor de lo mejor para cada uno…
No dejaré de mirarme,
de observarme a través de esa copa llena de ilusiones, sentimientos y nostalgia…
Seré yo mismo, serán mis órganos, mis pensamientos, mi particularidad quien me
diga ¡Salud!, y continúa imaginando, proyectando y amando…
Esta noche,
extendamos la mando, elevemos la copa, mirémonos, reencontrémonos y digámonos ¡Salud!,
un “Feliz año! repleto de buenas aspiraciones.
Un año
donde ellos se den cuenta que lo importante no es aparentar sino “ser”, que lo fundamental es “amar” y no “caer
bien”.
Un año
donde tú entiendas que el daño duele, que la competencia envidiosa rompe
amistades, donde seas capaz de perdonar, de entender y de ser tú mismo; así tal
cual eres, lleno de defectos pero inmensamente rico en virtudes.
Un año
donde nosotros podamos aprender de los fracasos y de los errores y ayudemos a que
otros no se desvíen del camino, evitemos el sufrimiento innecesario, enseñemos
a caminar…
Un año donde
seré yo mismo el que escriba mis “momentos”, mis “días”, mis “etapas”… en
definitiva, mi transitar por esta vida.
¡Salud a ellos, a ti,
a nosotros y a mí!