Dedicado al Colegio Nacional de Cerrito - Entre Ríos En su 50 Aniversario...
Allá, por el 1965, un año marcado por
importantes acaecimientos internacionales: Estados Unidos realizaba su primer
“paseo espacial” con el astronauta Edward
White, en Vietnam continuaban los ataques y cada vez más eran las
invasiones y muertes, en Berlín se temía que aumentara el número de personas
que cruzasen el Muro….
¡Pues sí, allá! hace más de 50 años…
en cada rincón del mundo hechos históricos, sociales, políticos y religiosos
continuaban con su cauce…
¡Aquí, justo aquí!; en otro contexto
social, en un Pueblo de calles de tierra, donde salía aquella mujer con su
botella de vidrio para recoger el litro de leche antes que el lechero
continuase su camino; donde se iba aquél señor con su carro tirado por dos
caballos a entregar la leña antes que caiga la tarde; un lugar donde el tiempo
puede modificar tradiciones y costumbres pero no borra aquellos sucesos que
marcan y hacen que uno sea uno, que
te afirmes, decidas, camines y proyectes.
Decido entrar…
me tomo el atrevimiento de inmiscuirme detrás de estos muros… el silencio, el
olor, los colores y mi propia imaginación hacen despertar la misma energía de
aquellos y aquellas que caminaron por este patio, que atravesaron estas
puertas, allí, en aquél banco de madera –destruido por el tiempo- cuántos
habrán estado atentos y se habrán girado para hablar con su compañero… de quién
será aquella firma aún intacta en ese banco… esos garabatos que en momentos de
aislamiento mental, nos dedicábamos a producir… Esas aulas vacías, donde la
nostalgia y el recuerdo se hacen visibles sólo por un instante.
Rodeado por el aura eterna del
silencio, comienzan a sentirse miles de historias individuales que han pasado
por aquí… Proyectos comenzados, algunos que continúan; otros que el tiempo o la
vida ha querido interrumpir… historias que se han entremezclados del primer al
último año, secretos confesados, peleas construidas, lágrimas por las
despedidas y hojas desparramadas por el viento contando al mundo que un año ha
acabado…
Al final, somos seres marcados por esas
historias, buenas o malas, pero acontecimientos que hemos experimentados y que
estas paredes fueron testigos de ello; algunos más, otros menos… pero aquí han
estado, aquí estuvimos.
¡Pues sí!, porque de la misma manera
que en el mundo los sucesos van y vienen, es aquí donde me nace la necesidad de
saber qué será de aquellos y aquellas que junto a mí, compartieron esta etapa…
Qué habrá sido de aquella historia de amor comenzada en el último año por dos
compañeros; qué será de aquél que decidió partir para iniciar otro capítulo a
su historia… Al final, somos todos del mismo ovillo, con similitudes y
diferencias, más o menos conocidos pero cercanos en el origen y en las pisadas.
Es como si el tiempo –este que es dueño del destino- me traslada hasta esta imponente
fachada, ladrillos vistos, donde de punta a punta para quienes viven en el
pueblo lo recuerden: Colegio Nacional de
Cerrito… en la rapidez, en el esfumar de una etapa, en el giro de una
página ya no eran aquellas paredes amarrillas y con años de historia… Es el
tiempo de lo nuevo, lo renovado, esos pasillos amplios y ventanales con sabor a
Instituto.
De la misma forma que la primicia es
el ahora, que la noticia es lo que transcurre en el instante, en la complejidad
de esas historias; historias que a su vez estaban conectadas por aquél o
aquellos que dejaban atrás un fin de ciclo… Se cerraba la puerta del entonces
Colegio antiguo para dar paso a la nueva generación… Seguía perenne el nombre,
continuaban propagando conocimientos y experiencias, esta vez; en el progreso y
el avance de un pueblo.
Camino hacia la puerta principal. Puedo reflejarme en sus cristales de acceso, respiro lento
y profundamente, es como si el ayer no estuviera dividido por esa cortina
lingüística llamada pasado sino que en un simple pestañar puedo sentirme
rodeado de todos y todas; experimentar nuevamente el nervio de un examen, la
bronca de un profesor, los cinco últimos minutos interminables de una clase y
las miles de preguntas interrogativas para que el profesor hable de su vida en
vez de la materia…
Me atrevo a subir esas escaleras, el
silencio me acompaña, aunque el eco de miles y miles que han pasado por aquí se
llega a escuchar, mientras avanzo por tu interior más te dejas observar; justo
aquí, donde esperábamos que nos dieran la mejor noticia: pueden irse antes, el
profesor no ha podido llegar…. O allí, donde los experimentos químicos
intentaban no diluirse en el cubo de cristal, o tal vez allí, donde el piano transmitía
sus sonidos y entendíamos que la música también tiene su propia respiración y
te entrega un tranquilo y delicado alivio al alma.
Es inevitable que una lágrima no
invada tus ojos, cuántos y cuántas, somos un telar con colores diferentes pero
salidos de un mismo lugar…
El recuerdo de tus amigos. De los que
están, aquellos que te hacían reír, los graciosos, los llenos de suspicacia
para inventarse pequeñas historias para crear grandes personajes…
La añoranza de ese tiempo. De los que
se han marchado. Aquellos que han apagado la luz de su corazón pero su alma y
sus recuerdos nos han dejado…
1965, fuiste efecto de educación.
Proyecto de un pueblo. Alegría de los pueblerinos. Fuiste ímpetu de aquellos
que decidieron aferrarse a ese ideal, luchar y sacarlo adelante.
1965, construiste historias,
oportunidades, abriste caminos, promulgaste que la educación es de todos… Hiciste
de aquellos grandes personajes. Realizaste de nosotros interesantes personas.
Harás de ellos estupendos y grandes seres.
50 años de vida.
Puedes cambiar de lugar, fachada y pintura. Puedes despedir a personas y
recibir a nuevas. Inaugurar un acto y apagar la luz hasta el nuevo ciclo
lectivo. En tu esencia, en tu historia, en tus años: Que el recuerdo nos
mantenga despiertos.
Que sean los del mañana quiénes recojan los frutos que
hoy se han sembrado.
Para aquellos que han valorado la profesión de la
Enseñanza, Para aquellos que han iniciado
su camino hace 50 años: a ellos: una vela encendida y ¡Gracias!