domingo, 24 de mayo de 2015

Con el tiempo me doy cuenta que...

Soy de esos que creen en la fuerza diaria, en el despertar y decir que sí; que vale la pena hacerlo, tarde o temprano, los fracasos se transforman en logros.

Soy de esos que luchan por permanecer, los que tienen miedo a envejecer sin haberlo intentado, de verse con más arrugas y lamentarse de haberse quedado en el intento.

Soy de esos que lloran y se desgarran, que pierden la mirada en la nostalgia y en la soledad, que necesitan tiempo para reconstruirse y momentos para volver a levantarse.

Soy de esos que abrazan en silencio, de los que tienen insomnio pensando en el otro, en cómo ayudarlo y que le explote una sonrisa del alma.

Soy de esos que hablan y luego piensan, que los años hacen entender que el perdón es una acción y no un concepto, que la lealtad es un valor y no una palabra.

Soy de esos que tuvo golpes en la vida, que comprenden que el dolor es experiencia y la tristeza un triángulo entre la angustia, la miseria y la luz.

Soy de esos que necesitan un momento de silencio para elevar la mirada al cielo, ver brillar el firmamento, acariciar ese espacio de vacío y asimilar que ya no están.

Soy de esos que añoran etapas, guardan sentimientos, que reviven fotografías y suspiran la energía del alma.

Soy de esos que escuchan música para refrescar el espíritu, enjuagar los ojos y echar la mirada atrás, los que creen que esa canción está inspirada en mi propia presencia y vivencias.

Soy de esos que creen en la conexión con el otro, compartimos experiencias y comenzamos a ser amigos; amigos que están, confían y aprenden que es un lazo duradero y casi inquebrantable.

Soy de esos que se sujetan a la libertad, evitan ser juzgado por las ideologías y la moralidad del presente y saber que lo único importante es vivir en sintonía con la vida.

Soy de esos que se aferran al amor como único acto humano, que se envuelven en el ritmo del cariño y sueñan como un niño.

Soy de esos que han aprendido que la vida no es lineal, que existen seres con diversidades de pensamientos y que no soy quién para juzgar ni sentenciar.

Soy de esos que han comprendido que las lágrimas son necesarias para purificar y aliviar el dolor, porque tarde o temprano renace la etapa de la esperanza.

Soy de esos que creen que la felicidad no es eterna porque la fragilidad es parte de todo ser humano pero que entienden que si el momento es agradable hay que disfrutarlo, contemplarlo y guardarlo.

Soy de esos que piensan que mañana llegará el gran día, de esos que saben que arriesgar es igual a ganar, de esos que comprenden que ayudar es ser altruista, escuchar es don de empatía y que amar es terapia de vida…


Al final, con el tiempo, me doy cuenta que soy de esos que desean enfrentarse e incluirse a la acción de la vida misma. 

domingo, 17 de mayo de 2015

Esta vez, te dejo entrar

Algunos dicen que no, que no apueste… que el sufrir por amor tarda en cerrar la herida y que la cicatrización es lenta…

Algunos dicen que me compare con aquél… míralo, mírala, por amor no levanta cabeza, por culpa del amor no suelta una sonrisa sino más que penas cargadas de fracasos…

Algunos dicen que no, que no renuncie… que te olvide, que sólo me quede con lo bueno, con aquello que me dijiste y con el último beso en aquél momento; beso eterno, suave y con sabor a vida…

Algunos dicen que no, que no me impulse… que deje que la vida impacte con sus frutos y que te deje huir, como un verdugo que sólo vino a impacientar mi corazón, sólo eras pasajero, de otro mundo…

Algunos dicen que no, que no compensa una lágrima… que acaricie a mi corazón y engañe a mis sentidos… que el vicio del amor se quita con la nostalgia del recuerdo…

Algunos dicen que no, que el perderme en el día, no ajustar mis pensamientos, tener sequedad de saliva, ardor de estómago, mirada al vacío y tu nombre en mi mente es cosa de la anomalía del alma… que evada los recuerdos, que no arriesgue y que me centre.  

Algunos dicen que no, que no me auto-medique… que cuando lleguen las noches y recuerde tu mirada, tus manos, tu sonrisa, aquellos sueños de envejecer juntos; me estimule, respire y te elimine de mis sábanas y de mi piel…    

Lo que digan, lo que opinen… Aquellos… Algunos…

¿Pero qué es el amor sino el mismo templo plagado de incertidumbres?

Quién eres sino el mismo misterio de lo desconocido…

Cómo te denominan sino como aquél que sincroniza una sonrisa, una felicidad y una lágrima…

¿Cómo te llaman? Acaso alguien, en algún lugar, en qué momento dijo que eras cápsula de “perfecto”… ¡Pues no!, eres frágil como el final de cualquier ser humano, eres imperfecto como aquellos que pensaban que llegar a la cima de la felicidad era con más felicidad…

Pero vale la pena, ¡claro que sí!, somos de esos que apostamos, luchamos, nos mojamos, embarramos, lloramos y hasta nos prevenimos… Pero al final; caemos. Porque una vez que entras, que nos impulsas y que nos haces cosquilleos te decimos, ¡está bien, adelante!…. pero esta vez, no más lágrimas, sólo amor verdadero…

Pues sí, claro que vale la pena… porque renaces, porque logras un estado casi perfecto en lo más imperfecto de mis días… porque eres como esos personajes, en aquellos cuentos donde los finales siempre son felices y no hay lágrimas ni dolor; sólo existe un mundo creado a tu imagen y semejanza…

Vale la pena porque el presente me impulsa a un futuro… porque las noches me transmiten días y tu mirada me refleja en tu alma… Por eso vales la pena, porque eres incertidumbre y me dejas que tenga la capacidad de sorprenderme… Porque respiro profundo y sonrío, no sé de qué, pero al final, sonrío…

Claro que no eres perfecto, ya lo sé, seguro mañana necesitaré un consejo de aquellos que me han advertido, también soy más que consciente que cuando uno es feliz el momento se esfuma y cuando caes en el vacío de la oscuridad el tiempo es eterno y necesitas que las explicaciones sean justas y a mis medidas…

Pero no importa…
Te dejo entrar…
Apostemos por el amor…

Porque sólo tú y yo sabemos que algo existe, no hay palabras que expresen estos sentimientos y no hay sentimientos que transmitan este estado…

Al final, somos imperfectos.