Carta abierta al Señor Ignacio Arsuaga
Claro que sí señor Ignacio
Arsuaga, presidente de la asociación HazteOír, nadie ha dicho lo contrario,
usted exige y denuncia que no se le da el derecho
a la libre expresión. Permítame, aunque sé perfectamente que está al tanto,
la Constitución Española, en su art. 20 expone lo siguiente: se reconocen y
protegen los derechos: a) A expresar y difundir libremente los pensamientos,
ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de
reproducción. b) A la producción y creación literaria, artística, científica y
técnica. d) A comunicar o recibir
libremente información veraz por cualquier medio de difusión. La ley regulará
el derecho a la cláusula de conciencia y al secreto profesional en el ejercicio
de estas libertades. (…)
Estas libertades tienen su límite en el respeto a los derechos
reconocidos en este Título, en los preceptos de las leyes que lo desarrollen y,
especialmente, en el derecho al honor, a la intimidad, a la propia imagen y a
la protección de la juventud y de la infancia.
Estimado señor, estimados socios
/ miembros de HazteOír, remitirse a la ley es de buen ciudadano y poner las ideologías
por delante como defensa que el resto hace y piensa diferente, es capítulo
cerrado y no da derecho a opinión. ¿No lo cree? Porque si nos basamos en lo que
creemos y no en las obligaciones el mundo sería otro. La libertad sería
libertinaje y el derecho sólo sería consultado en bibliotecas.
El juego le ha salido tal cual lo
ha buscado. Me parece de poco solidario, de poco tinte religioso y hasta
acciones oxidadas que nada tienen que ver con lo que usted y su séquito suelen
divulgar… El respeto al otro, el ponerse en el lugar del otro, el aceptar que
la diversidad es parte de una sociedad es de buen cristiano, de buen ser humano
y hasta de buen ejemplo de padre. ¿Sabía usted que un buen católico es aquél
que predica con el ejemplo, que ama a todos por igual, que no escandaliza y que
no tiene ideas indecorosas en su cabeza?
¿Qué sabrá usted señor presidente
del dolor de una persona por ser rechazada, por llevar el adjetivo
descalificativo de “maricón”? ¿Qué sabrá usted y todos los que se esconden
detrás de esas ridiculeces del marketing barato sobre lo que es crecer con
llantos nocturnos, con reprocharle a la vida el ser diferente, el no aceptarse
y con años de terapias para aprender y entender que el amor va más allá del
sexo? ¿Qué sabrá usted de mirarse al espejo, de no ser capaz de perdonarse, de
acumular un pasado donde has sido señalado y degradado?
¿Qué le dirá usted a sus hijos
cuando estos pregunten por qué dos chicos se aman o por qué dos mujeres sueñan
con casarse? ¿Acaso les contará el cuento de que Dios los hizo hombre y mujer y
se opone a estas uniones? ¿Será capaz de decirles que existe una ley que
protege y da los mismos derechos que usted tiene con su mujer? ¿Pondrá el valor
de la vida, de la sociedad, del respeto o seguirá en la burbuja del catolicismo
barato?; ese que predica amor pero dispersa odio, ese que habla del respeto y
se basa en destrucción y juzgar al otro según mi percepción, ese que se
arrodilla ante el crucificado, pide perdón y luego sale con lanza a crucificar
a sus hermanos…
¿Será que les dirá a sus hijos
que la sociedad está ante la inquisición gay? ¿Sabe usted estimado señor qué
fue la Inquisición, sabe usted que en nombre de la religión se ha asesinado a
inocentes? ¿Es usted consciente que hay miles de homosexuales que mueren de la
manera más cruel simplemente porque así lo marca una ideología? Como presidente
y defensor de la fe cristiana o, como dice en su web: la participación útil a favor de la dignidad humana y la libertad, debería
acostarse por las noches, cerrar los ojos, meditar lo que dice, pensar lo que
hace y preguntarse: ¿Acaso estoy cumpliendo con la Palabra de Dios? Guíame
señor por el camino del diálogo y que no sea yo quien escandalice… No haga de
sus dichos y hechos esas actitudes de fariseos, predique la religión y sea
ejemplo de ella a través del accionar correcto, tolerante, dialoguista y con la
capacidad de entender que no todos pensamos como lo expresa en el “autobús”.
Es verdad, puede que estemos en
veredas separadas, puede que usted señale, juzgue y no sea capaz de ponerse en
la piel del otro. Es normal, generalmente aquellas personas incapaces de tener
empatía se sumergen en ideologías, religiones y repiten, sin conocimiento, lo
que han leído…
Desde el otro lugar, aquí, donde
entiendo que no todos aceptan que un hombre o mujer tiene la capacidad de amar
a su mismo sexo, donde aplaude que La
Asamblea de Madrid ha aprobado la Ley de Identidad y Expresión de Genero e Igualdad
Social y no Discriminación, buscando "la plena integración social de las
personas transexuales" y que garantiza la integridad corporal de los
menores intersexuales hasta que éstos definan su identidad".
Me parece totalmente humano que
NO todos se levanten y celebren esta ley, es normal, porque nadie puede obligar
a otro a pensar como yo… pero sí respetar y alegrarse que los derechos, poco a
poco, son iguales para todos.
Recuerde que el no estar “de
acuerdo” no significa estar fuera de la obra del creador. ¿Acaso usted piensa
que sí? De más está decirle que nadie cuestiona que haya gente que mantenga
tradiciones, culturas y críen a sus hijos según crean conveniente, para eso
está la libertad. Ahora bien, para lo que usted es un valor para mí es un
derecho, para aquello que usted cree que es una provocación para mí es una ley;
más adelante podremos juzgar, a través del diálogo si hay o no intencionalidad
política… ¿Acaso usted no tiene algún tipo de intención?
Entiendo, lo digo desde mi más
absoluta humildad, que la manera de manifestarse sea colocar un autobús en colegios;
es la manera más simple y decadente de hacer ruido, es como si yo mañana me manifiesto
en frente de su Asociación desnudo o faltando a la ética ciudadana, si su
intencionalidad ha sido despertar lo que nos caracteriza; créame que lo ha
logrado: odio, rechazo y separar a una sociedad; acciones bochornosas que
generan animadversión y dan luz a la homofobia y esto no es digno de una
persona que dice ser católica, apostólica y romana.
También comprendo, repito desde
mi humilde opinión, a que un sector de la Iglesia (y otros que no forman parte)
se hayan sentido molestos y ofendidos por el accionar de una Drag Queen en un evento, ¿Qué necesidad
había de realizar una interpretación basada en la tradición de la Iglesia? Totalmente
de acuerdo, qué necesidad había de generar semejante espectáculo ridículo, poco
ingenioso y hasta fuera de lugar. Para ello, será la ley quién determine si ha
sido ofensa o no. De igual modo que el autobús frente a colegios, deje que sea
la ley quién diga si es provocación o derecho a expresión.
Parece que vivir en una sociedad
de enfrentamientos es parte de la cultura, donde todos generalizamos y
señalamos, ustedes los católicos, ustedes los gays, ustedes los heterosexuales…
una sociedad que tiene leyes, pero antepone ideologías.
Me pregunto si seremos capaces de
vivir, eso sí, con libertad de expresión, pero dejando de escandalizar y
respetando al otro.
¿Lo intentamos señor presidente?
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