viernes, 14 de marzo de 2014

El valor de lo pequeño

Camino entre la muchedumbre, me detengo, miro cada gesto, cada movimiento, a veces, alguien se apiada y me observa; proyecta su mirada sobre la mía y mi alma intenta conectar con este mundo…

A veces, alguien es capaz de extender su mano y hacer un mero acercamiento sobre la mía, rozar piel con  piel… pero entiendo que es algo inadecuado.

Llega el frío y el silencio. Una noche solitaria y llena de recuerdos; lo único que me ayuda a respirar e impulsarme al nuevo amanecer… Hoy, sentado en este pedazo de cartón, intentando cubrirme del frío y de la brisa, poder cerrar los ojos y que el mañana, ese día que en horas llegará, me brinde la oportunidad de pertenecer a él y no de ser un simple mendigo; una persona que ayer, por suerte o por victoria tuvo oportunidades, risas, miradas y felicidad… Todo eso se ha desvanecido… el sistema, el mundo, la política, la crisis o yo mismo me han dejado en esto: una persona que sólo emite pena y recibe monedas o trozos de pan para saciar el estómago. Una persona sin alma, porque ella ha decidido abandonarlo, no pertenecer a ese presente, no desea penas ni lástima alguna. Sólo queda este cuerpo, rajado por el tiempo, lleno de fatigas por falta de proteínas, consumido por el alcohol; vicio que ayuda a olvidar…

Me marea tanta gente. Pero continúo…  Mis horas son diferentes a las tuyas, no tengo miedo a cerrar los ojos y decir adiós, nadie sentirá mi ausencia, quizá, pero quizás, alguna abuela que me baja todas las mañanas un vaso de leche caliente, o el dueño del bar de la esquina que me permite entrar a su baño… o a lo mejor, aquél niño del edificio de enfrente que me saluda todas las noches antes de irse a dormir…

No tengo miedo a decirlo, son un vagabundo, una especie de humano en situación límite, una persona que daría lo que no tiene por sentir un verdadero abrazo, aquellos que seguro tú, recibes todos los días. Sería la persona más feliz con tan solo una mirada y un te quiero, una sonrisa de esas que salen de las profundidades de todo ser humano…

Antes, no era conciente del apretón de una mano, el calor que sale de ella… hoy, junto las mías y ensayo cómo sería si viniese alguien y me daría un “apretón”.

Las noches son largas, suelen ser sinceras, frágiles y muy amargas…. Pasan jóvenes sonriendo a carcajadas, saltando y cantando, caminan parejas, enamorados y construyendo un futuro juntos… nadie me ve, no son capaces de girar su rostro y observarme, aquí estoy, sentado en este rincón. Con mis pantalones sucios, destrozados por el tiempo, mi chaqueta donada por una bella y amable anciana que me dijo: -¡cuídala mucho que era de mi marido!,  mi pelo largo, duro, descuidado, un rostro apagado, asfixiado y una mirada sin alma…

No pretendo dar lástima. No quiero ni deseo juzgar. No eres responsable de mí día a día. No es mi intención sacarte una lágrima. Ni hacer de este escrito una imagen de cómo soy.

Simplemente, escribo porque deseo, anhelo, pido a gritos que mi alma regrese… para eso, sólo basta una mirada, un abrazo, una sonrisa.




P/D: Ojalá, seamos capaces de ver más allá de nuestro universo.





domingo, 9 de marzo de 2014

Jamás te apagarás

Te dicen de pequeño que el simple hecho de irte, de desaparecer –así, sin decir adiós- es porque aquella estrella que potencia su luz en el firmamento necesitaba de tu energía…

Te dicen que por las prisas de la maleta y el no saber qué llevar, se olvidó –o mejor dicho- no pudo darte el beso de despedida…

Te dicen que algún día –cuando seas grande- entenderás y comprenderás, pero que si extrañas y sientes su ausencia; mires al cielo y tan sólo hables con tan infinita distancia… aunque cierres un ojo y simules poder tocarla con la puntita del dedo…

Te dicen y repiten que Dios se lleva a los mejores para estar junto a él… que así propagan su sabiduría, amor y sobre todo su calidez…

Los años, las arrugas, los fracasos, las amistades, las lágrimas, los desafíos, las risas, los dolores y el aprendizaje de la misma vida afirman que,  aquello que te habían dicho no es del todo erróneo…

Muchas veces salgo por las noches y vuelvo a cerrar un ojo e intentar contactar con la estrella que más brilla…

Muchas veces, cuando cierro los ojos, quedo a expensas que te acerques y me digas algo susurrando al oído… o que en mis sueños me conduzcas a recuerdos y emociones que se hacen presente en mi inconsciente.
    
Muchas veces, cuando mi mente lo decide y mi alma necesita distanciarse de la monotonía, me siento espectador de mi propia película, soy cámara, guionista, actor y editor… momentos únicos, irrepetibles, etapas en las que estás presente y fuiste semilla de muchísimos frutos…

Otras veces, cuando el silencio se transforma en vacío y en un dolor inexplicable, cuando fluyen lágrimas inevitables, preguntas y más preguntas; cuando la angustia, el miedo y sobre todo, el echarte de menos irrumpen el día a día, cuestiono a la naturaleza, a lo infinito, al Dios, al más allá… y todo se desvanece… porque intuyo que por necesidad, por turbación, por tradición nos aferramos a lo desconocido…

Pero déjame decirte que:

Mientras tenga conciencia de quién soy; estarás no en una estrella ni en un rezo, en una foto o en una petición; sino en mi propia mente y en mis recuerdos…

Mientras pueda escribir, emocionarme con mis palabras, leer y acercarme a valores compartidos, seremos autores y lectores… seremos seres encontrados por una misma pasión... 

Mientras duerma, descanse y guíe a mis sueños, aparecerás y viviremos el pasado en un presente continuo… te contaré mis problemas y me aconsejarás como tantas y tantas veces… 


Mientras yo esté vivo… ¡tú no te irás!