viernes, 13 de marzo de 2015

Las promesas, al final, se disgregan

Recuerdas cuando en aquél banco; justo el que estaba rodeado de rosales nos dijimos: siempre; aunque haya enfados, días malos, incertidumbres e inclusive el amor comience a mezclarse con la rutina... dijimos ¡siempre!

Recuerdas los primeros pasos: las emociones, las palpitaciones, hasta la misma apariencia.... y dijimos que sea la esencia, ¡siempre!

Recuerdas los silencios; esos que se unían a cada momento cuando eran justos y necesarios, donde los latidos de ambos se reconocían y generaban una especie de simbiosis.... era paz, armonía,  saber que el mundo, en esos minutos, era mundo porque sólo nosotros le dábamos ritmo... ¡siempre!

¿Qué pasó? Acaso, ¿no es de humanos jurar y cumplir? ¿Dónde quedaron esas dulces, rítmicas y húmedas palabras? ¿Por qué me tuve que despertar de ese sueño mágico e infinitamente perfecto?

No hay vida más allá de un centímetro de tu respiración. Me duele el vivir, lloro con sequedad de alma y mis músculos ya no soportan semejante soledad.

Juraste existir, me abrazabas y me daba el lujo de colarme en tu proyecto de vida; en el nuestro. Prometiste estar, crecer, permanecer,  envejecer... dijiste siempre, toda la vida...

Recuerdo tu voz. Me evaden imágenes, gestos pero me ahogo, duele...  y mucho. Recuerdo tu olor; quedó como sello imborrable dentro de mi nariz... te llevo en lo más profundo y aún te siento.

Camino sin sentido, como animal perdido en algo que no me pertenece, no sabes cómo duele, no tienes ni idea lo que es el verdadero experimento de la tristeza.... No eres capaz de darte cuenta lo que es la verdadera soledad. Siento que día a día muero en una eterna agonía.... sólo me viene a la mente aquella expresión: ¡por siempre!

Recuerdo lanzarnos desde aquél paracaídas, no existía la sensación de miedo; tu presencia era mi escudo, mi vitalidad.... por segundos tuve la realidad de "solo nos" en esa burbuja de cielo....

Recuerdos.... lágrimas.... dolor.... un proyecto cuyo título es vida y una conclusión despiadada con sabor amargo, con un corazón destrozado y pidiendo no latir...

Aquí me siento cómodo, puedo, al menos, saber que la energía inmortal te hará saber que en la tierra, sobre tu tumba, estaré: ¡por siempre!

Aquí la amargura y el dolor que brota desde mis músculos se tranquiliza...

Es aquí donde quiero permanecer, junto a ti; ¡por siempre!