A quien corresponda,
Señores de la política. Muy
señores míos, antes de comenzar quisiera pedirles disculpas por mi redacción ya
que no suelo escribir mucho. Mi profesión es ser mamá y ahora, abuela.
He dado muchas vueltas antes de
comenzar a escribir ya que no sé cómo expresar lo que deseo en un papel… Ahí
va:
Soy madre de seis hijos, dos
mayores y los otros cuatro aún tengo que enseñarles muchas cosas, espero la
vida me dé esa oportunidad. También soy abuela de mellizos. Por desgracia mi
marido me ha dejado; hace tres años, trabajando para traernos algo de comida,
se ha caído desde un edificio en construcción. De aquél día en que mi marido
nos dejó ya no sé lo que es ser feliz… Todas las noches lo sigo esperando, miro
su foto y le ruego que bendiga a su familia…
Actualmente me levanto todas las mañanas a las
cinco para ir a trabajar. Preparo café, los coloco en termos y en cada parada
de autobús intento ganarme un poquito de dinerillo… Hay veces que salgo muy
satisfecha, puedo comprar dos barras de pan y la medicación de uno de mis
hijos: el menor es asmático. He ido a la seguridad social pero entiendo que
todos estén tan ocupados, nunca me han atendido. Claro está que aún hay gente
más necesitada que yo.
Luis y María, los dos mayores han
dejado sus estudios para ayudarme. Él tiene 19 años y se recorre toda la ciudad
en búsqueda de trabajo… Actualmente está trabajando como mecánico. Le pagan por
objetivos (así me ha dicho). El dueño del taller le explicó que le paga cuando
un cliente sale satisfecho y que los primeros seis meses serán prueba así que
no tendrá contrato. ¡Dios quiera le vaya bien y su jefe esté contento!
María tiene 18 años, es la madre
de los mellizos de 2 años y sigue buscando trabajo. Su sueño era ser Maestra de
niños con problemillas pero no ha podido aunque dijo que cuando tenga trabajo
terminará sus estudios. Ahora sigue buscando y criando a sus niños ya que su
padre dijo que no estaba preparado y nunca más apareció. La pobre tiene muchos
dolores de espalda, al no tener dónde dormir nos apañamos y utilizamos cartones
como colchón.
Señores míos, cuando era joven mi
madre siempre me decía que tenga muchos hijos, que les dé la mejor educación y
los valores de la vida… Cuando nos casamos y al tiempo llegó el primero, tocamos
el cielo con las manos, supe que la felicidad es aquello que deseas…
Qué he hecho de injusto para
vivir esta cruel realidad. A los 68 años tengo que abandonar mi casa porque no
la puedo pagar… Camino más de 15 kilómetros al día para poder ganar 3 euros (a
veces nada), escuchar en el silencio de la noche el llanto de mis hijos y las preguntas
que no sé qué responder: Mamá, ¿Por qué vivimos así? ¿Por qué comemos sólo pan?
Por qué... eso me pregunto yo, por qué.
Señores políticos, sé que su
vocación es estar allí… ayudar a todos por igual. Supongo que cada noche al
irse a dormir se preguntarán: ¿He hecho las cosas correctas? Sé que aquello que
uno sueña de pequeño, que añora de joven se llama vocación. Yo tuve la vocación
de ser madre… cada día aprendía, me preocupaba, dejaba mi vida por ellos…
porque sabía que el futuro me regalaría grandes personas: con una vitalidad que
sólo sus padres pueden empujar a hacer realidad… y es ahí cuando puedes
respirar profundamente y decir: gracias..
Poco a poco me apago… La salud no
me ayuda, la soledad creo que es la enfermedad que más se apodera de mí… aunque
no hay tiempo para llorar, mis energías están puestas cada día en sacar a mi
familia adelante.
Vivimos en una casa que no es
nuestra… Ni siquiera sé de quién es. Dormimos en colchones que otros ya no
utilizaban… Hay una palabra que siempre he escuchado y hoy me hago propietaria:
Dignidad.
Señores políticos, hace mucho
tiempo que ya no tengo alma. Me he convertido en una mujer sin lágrimas. En una
anciana que no se morirá hasta que sus hijos estén preparados para luchar
contra una vida que se empecina en dar piedras, troncos y espinas.
Redactaba esta carta para
pedirles que cada noche, al irse a dormir, abran sus mentes… piensen que en
esta tierra hay muchas Juanas… hay muchas como yo que tenemos hijos, que nos
vamos a dormir con el estómago vacío, que somos madres por vocación, al igual
que sus mamás…
Señores políticos, si esta carta
llega a sus manos recuerden una palabra: Dignidad.
Muy atentamente,
Juana
Madre de una familia
Madre de una familia