miércoles, 16 de febrero de 2011

Caminarás... trascenderás...

Ángel: Fue la tarde más preciosa, que aún permanece archivada en la caja de mis recuerdos, y, cada vez que la traigo a mis pensamientos, el corazón vuelve a latir con gran entusiasmo y felicidad…

Osvaldo: ¿Qué viviste?, ¡contame, no me dejes con la intriga!

Ángel: Todos tenemos, en la vida, algún momento de felicidad plena. También, pasamos por situaciones duras, tristes y delicadas, es como si te clavaran en el corazón un puñal con mucha fuerza, que te deja sin respiración hasta que comenzás a marearte y, poco a poco, te vas muriendo…

Osvaldo: ¡Es verdad!, en mi caso, yo comparo la vida como un camino hacia el fruto deseado, pero difícil de alcanzar sin antes caer y sin dejar marcas en el camino; señales que sirven para seguir andando y creciendo, pero más que crecer, "aprender a separar las rosas de los cardos…".

Ángel: ¿Cómo es eso?

Osvaldo: Estás caminando muy tranquilamente, nada sucede, nada interesa, sos vos y nadie más, a menudo, caminarás con algunos amigos, con tu madre, o tu padre… De repente, ni cuenta te das; con la piedra más chica que había en ese hermoso y delicado camino, te tropezaste… Menos mal que fue una pequeña y diminuta piedra, y te dijiste a vos mismo, ¡la próxima estaré más atento…!

Sigues andando por ese camino que vas trazando, y esta vez, tu vista se te ha nublado y te golpeaste ya no, con una pequeña piedra, ésta era grande, fuerte, difícil de correr… Estás herido, caminas lentamente, pero por suerte hay gente muy querida que te sostiene y ayuda a seguir andando por el camino de la vida.

Descubrís algo: miras hacia atrás, cuánto has caminado, y pensas en aquéllos que se golpearon, en los heridos y vos ni siquiera les extendiste una mano. Luego, al mirar hacia adelante, podes distinguir el fruto que viniste a buscar, ese fruto que al probarlo te dará la clave para vivir en paz y en armonía, de esta manera, ayudarás, serás solidario con todos, no habrá un "yo personal", seremos un "todo social"… Entonces, entendemos que solos no podemos vivir.

Ángel: ¿Te pasó eso alguna vez?, pregunto porque lo contás como propio.

Osvaldo: Me pasó a mí, te pasa a vos, nos pasa a todos, lo que ocurre es que ni vos, ni yo, somos conscientes del camino que hemos recorrido. Cerrá los ojos, respirá profundamente y sentirás en tu interior que cada cosa, por pequeña que sea, es un momento importante en la vida… ¡sos vos, quien arma el telar, quien le da los colores y la forma!

Me hacés hablar a mí, pero decime, ¿qué te pasó esta tarde? ¿Por qué es la tarde más hermosa que has vivido?

Ángel: Yo vine a este lugar a esperar que la muerte me buscara, que mi bastón fuera entregado a otro que lo necesitase, que mi cama fuera ocupada por alguien como yo.

Pero la vida fue más inteligente, más astuta, no dejó que me llevara fácilmente, y aquí estoy, feliz y lleno de amigos.

Fue la tarde más preciosa, ese día me di cuenta de que si el sol te da calidez y la noche te brinda compañía y serenidad; que si la gente te da simpatía y alegría, entonces, amigo, ¡disfrutá, porque estás vivo! ¡Vivir es conocer y trascender!

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