El murmullo de los villancicos comienza a despertar… La tradición, la
enseñanza, los sentimientos y a veces, la “obligación” me hacen desarmar aquella caja que año a
año se envuelve según sus categorías: luces, bolas, pesebre, varios… La acción siempre es la misma…
En aquél entonces,
cuando no participaba tan solo miraba y ni siquiera llegaba a colocar la
estrella final. Aquella vez, cuando preguntaba si podía ayudar y ya no mirar…
Aquella vez cuando hacíamos el pacto: yo lo armo, tú lo desarmas….
Otras tantas veces
donde la pregunta era… ¿en qué lugar lo pondremos este año? ¿Al lado del
mueble, junto al sofá, cerca de la ventana?... ¿Este año jugamos con el rojo, el
plateado?
No lo puedo evitar… si bien la acción es la misma, la
sensación y las emociones. Cuando me plateo
por qué festejo la navidad; más allá de su tradición cultural y religiosa, sé
que lo hago porque creo firmemente en el don de la palabra, la confianza, en
las ganas de reencontrarme, en la llamada telefónica que me llena el tanque de
afecto y me empuja a nuevos cambios… Porque sé que no somos eternos, que
pasamos un tiempo y sólo dejamos un recuerdo…
Sentarme a
contemplar aquellas figuras diminutas que año a año salen del armario para
estar algunos días como actores del momento, me humedecen la verdadera esencia
humana. ¿Qué poder tienen sobre mí? ¿Por qué,
si la acción es la misma?
De repente, sin
querer o sin saber o, a lo mejor, queriendo y sabiendo, el sonido del reloj se
hace único testigo de ese momento corto e intenso… aparece aquél villancico de
la infancia, me observo y sonrío, me alegro por los que estaban, traigo al “aquí
y al ahora” a los que se me han ido… puedo alcanzarlos con mis manos,
abrazarlos y permanecer un instante… el tiempo que el reloj me lo permita.
Puedo disfrutar
de mi pequeñez, de mí mismo y de los otros. Puedo pedir perdón olvidando lo
pasado, dejando los rencores, te puedo mirar a los ojos y contagiar con la
intensidad de la vida…
Aún puedo sentir
el aroma que adentra a lo más profundo de mí… Hacerme pequeño y observar cómo
otros extienden sus manos para colocar los adornos en el árbol de navidad…
Puedo permanecer un instante al lado de aquél que luchó, me educó y a su manera
me dijo lo que es la vida y cómo hay que vivirla… puedo, en este instante de
recuerdos y alma húmeda, contemplarte, volver a mirarte y poder reírme contigo.
Es absurdo evitar
que el alma no manifieste sus deseos y sus reminiscencias, es maravilloso saber
que nadie se aleja de ti mientras tus recuerdos siguen allí… es extraordinario sentarse
a contemplar y que cada lágrima que nace y se desliza sea porque el alma goza,
canta y sonríe.
Qué dulce es la
vida cuando te permite una segunda oportunidad, cuando te das cuenta que la
equivocación es parte de la cotidianidad, que el fracaso y los errores son
trozos de lana que sólo con paciencia y delicadeza se desenredan… Qué sabia es
la naturaleza humana cuando el gesto, la mirada, el roce, el abrazo y el
silencio son lenguajes únicos y oportunos que ayudan a expresar y transmitir lo
que la palabra no puede porque carece de significado…
La acción es la misma… desarmar la caja
del árbol de navidad y todos sus añadidos… El lugar es diferente. Las circunstancias son únicas. Esto es el verdadero significado que le atribuyo a la
navidad: adaptarnos al tiempo y
comprender que algunos se van… otros vienen;
recordar para no olvidar, para
sentirse vivo y reír desde dentro; emocionarse
por lo simple y lo sencillo; confiar
en quien tengo al lado y ayudar cuando puedo hacerlo; olvidar aquellos “nudos” sin sentido, aquellos “trozos” de lana
enredada para seguir tejiendo; perdonar
desde el alma y con un abrazo; sentir
que la vida avanza, que continua y que nos invita, día a día, a darnos la mano y
disfrutarla.
Los villancicos ya han dejado de sonar… Las luces
dentro de poco se apagarán… el árbol, el pesebre y todos sus complementos
volverán a su destino. La acción es la misma. Pero ojalá; ojalá que algo
diferente despierte en mí, que esta Navidad sea, además de recuerdos y copas
elevadas, risas, tristezas, reencuentros, pérdidas, cambios y proyectos unas
fechas para saber quién he sido, cómo soy y hacia dónde tengo que ir…
Que gran artículo. me hace retroceder el tiempo y volver a la época de los abuelos - cuando la gente era más buena e imperaba el amor a Dios y la solidaridad.
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