lunes, 23 de diciembre de 2013

El arte: sentimiento, pasión, eternidad


Elevo la mirada…
Posiciono mi cuerpo…
Extiendo mis brazos…
Entrego mi alma…
Penetras por mis oídos y fluyes por mis venas



El silencio se hace dueño de aquél majestuoso teatro, la multitud acomoda sus cuerpos para dejarse transportar a un universo donde la libertad, la imaginación y los sentimientos componen la esencia y la particularidad de aquél bailarín…

Un espacio donde el tiempo pasa a segundo plano, donde el mutismo, la mirada y aquella sensación de experiencia recíproca son invitadas de honor en un presente único e irrepetible. Un lugar donde las paredes claman volver a revivir y percibir, por medio de la danza, lo que sabios han transmitido a través de la música…   

Elevo la mirada, levanto el mentón, siento cómo la música me trasporta a un lugar que no es palpable… un espacio donde no hay tiempo, no hay preocupación, sólo existen melodías y ritmo.

Eres la comunicación más pura y sensible jamás vista… puente de unión entre lo tangible y lo intangible. Puedo, a través de mis sentimientos, permanecer contigo en el escenario, sentirme parte de ese mundo donde tú y la música son los actores que hacen que el arte recobre vida… Ser, en medio de la muchedumbre, el espectador más privilegiado del  “Don Quijote”, “El lago de los Cisnes”, “La Sylphide”, “Romeo y Julieta”, “El sombrero de tres picos”, “La siesta de un fauno”… y muchos más donde genios de la música clásica han entregado a la humanidad, tesoros que hoy; a través de tus movimientos, gestos, ritmo y amor, vuelves a resucitar y es aquí, donde el tiempo no tiene valor humano y la muerte no es considerada… Es pura esencia, el arte por excelencia y en su estado más puro…   
       
Posiciono mi cuerpo, me siento partícipe de tus melodías… comienzas a alejarme de este caos, del ahora, puedo sentir cómo dejo de ser yo para ser parte de ti… el escenario, el más absoluto silencio, aquellos cuerpos expectantes, déjame; déjame expresar lo que necesites que manifieste…   

Eres la música escenificada, cada parte de aquella partitura, te apoderas del pequeño mundo que te rodea, sientes el dolor manifestado en la música, la alegría revelada en ella; revives tradición, poetas, artistas; nos ennobleces a un infinito sin preocupaciones, donde la interioridad recobra fuerzas y deja fluir lo que somos; seres absolutos plagados de sentimientos, capaces de expresar y comunicar a través del arte.

Comienzas a exhibirte… extiendo mis brazos. Ven a mí, inúndame de pasión, de amor, de felicidad, de tristeza… llévame contigo, una y otra vez… comienzo a girar, comienzas a revelarte… somos uno, tú mi amada música, melodía de mi alma y yo, tu fiel bailarín… Al unísono, sentimos cómo la muchedumbre nos aclama, observamos cómo emocionamos, no nos detengamos…

Cada vez que el dolor de la música golpea en tu cuerpo, recordando aquél músico que compuso tan esplendorosa melodía, las veces que saltas, giras, vuelves y recorres cada parte del escenario inmortalizando aquellos tiempos de paz, alegría, guerra, sufrimiento y felicidad de siglos y siglos, no hay distancia alguna entre mi asiento y el escenario, puedo estar sentado frente a ti, observando, a una distancia diminuta cómo tú, bailarín de pura estirpe y aquella música son cómplices de tan exquisita receta artística.

No hay sensación más placentera que ser tu amiga íntima… déjame conquistarte, tu dulzura y serenidad me hacen ser quién soy, eres imposible de olvidar, eres única, te entrego mi alma, haz de mí lo que desees… ven, bailemos… Soy tu fiel bailarín y tú; tú, mi música amada…

Te mereces las lágrimas de emoción que brotan de la muchedumbre, eres dueño del silencio y de la unidad depositada en este instante, has logrado establecer un vínculo entre el compositor, la música y tú… Hemos estado aquí, sólo en cuerpo… pero allí, encima del escenario como burbujas flotando al ritmo de la música, sintiendo el miedo, la soledad, la felicidad, el dolor…


Eres mi dulce e infinita compañía… eres quien me deja expresar lo que siento. Penetras por mis oídos y rápidamente corres por mis venas… Me dejas comunicar, significar, fluir… Me ayudas a detener el tiempo, abrazar el universo, conquistar el presente, acariciar el infinito, contactar y vivificar a sus  intérpretes…


Las luces se apagan, el telón se cierra, el caos y el ruido vuelve a lo cotidiano… Por unos minutos pude escuchar, observar, palpar y sentir la verdadera esencia del arte… Aquí tu fiel espectador.


Las luces se apagan, el telón se cierra, la música ya no suena… por unos minutos fuiste mi eterna amiga, dueños de siglos y siglos, hemos dialogado con grandes maestros, pude acariciar la suavidad de tu energía,  hacer material lo etéreo, ser canal de tan espectacular mensaje… Déjame continuar siendo quien propague el arte puro… 
Aquí, tu fiel bailarín.       

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