miércoles, 2 de noviembre de 2016

PUEDE

Puede,
que me mires con ternura de amigo, con cariño de familia, con amor verdadero, que entiendas que cuesta levantarse, que duele el silencio, que arde el alma y que, poco a poco, lo intento…

Puede,
que estés a mi lado, que seas calor de abrazo, hombro de llantos, oído de preguntas sin respuestas, miradas de comprensión y lágrimas de entendimiento…

Puede,  
que interrogue a la vida, que reniegue de la naturaleza humana, que no encuentre la salida a todo problema, que hoy, la esperanza sea simplemente fracaso, que las enseñanzas del pasado se traduzcan en teorías de imbéciles sin sufrimientos, que los tópicos de la felicidad existente sean de cuentos fundidos en una realidad donde cada uno camina en su eterna solitariedad…

Puede,
que me cuentes tus cosas y que mi mente divague por el mundo de las ideas, que me pidas ayuda y sientas que jamás he estado a tu altura, que la mano que me has pedido ha quedado en el intento y no en la efectividad…

Puede,
que te hayas cansado sólo de escuchar y no de ser escuchado, de abrazarme y no de envolverte en mis brazos, de darme tus pañuelos y no de ser yo, quien, en alguna ocasión, haya secado tus lágrimas…  

Puede,
que ayer no te haya dicho lo que realmente sentía; hoy ya es tarde, el tiempo se ha precipitado y arrancó de la tierra tu esencia, te llevó, te desenterró, sólo me quedan tus recuerdos y el aroma que poco a poco comienza a desaparecer…  

Puede,
que desde el más allá; desde aquella estrella que brilla perenne, seas capaz de perdonarme, de comprender que, de manera humana somos incongruentes, egocéntricos y hasta preocupados por lo mundano y lo frívolo…

Puede,
que no entienda el concepto de felicidad, que no sonría desde el alma, que mis ojos no tengan brillo de humanidad, que mis labios no se extiendan al ritmo de la carcajada y que no sea capaz de llorar de tanto reír…

Puede,
que arrastre los pies al irme a dormir, que cierre los ojos deseando no volverlos a abrir, que me acurruque con mis propios pensamientos, que moje la almohada una y otra vez trayéndote a mi mente…

Puede,
que, al abrir la ventana, los rayos de sol produzcan más cansancio, que desee nuevamente la noche, el silencio y así, envolverme con mi alma y traerte a mis recuerdos…

Puede,
que el tren pase sólo por un segundo, que la vida no entienda ni de angustias ni de penas sino de intentos, de tropiezos y de moratones…

Puede,
que mis suspiros sean para unirme con tu energía, que mis arrugas marquen el fin de una trayectoria y que mis escritos sean para hacerte entender que la vida es aroma y frescura en las cuatro estaciones del año.

Puede,
que al leer estas palabras preguntes por mi historia, por mi vida… No repitas los tropiezos del camino de ayer, observa y avanza. Recuerda que vale más un abrazo en silencio que un beso en la mejilla y un hasta luego.

Puede,
que entiendas que, si brilla tu mirada, si abrazas con fuerza, si sonríes desde el alma, si ayudas con el corazón, si lloras cuando tienes melancolía y si añoras momentos, es ahí donde tu vida comienza a disfrutar de estado natural de la propia felicidad…

Puede,
que me entiendas. 

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