Recuerda que amar es aplicar la ley de la
naturaleza, dejar atrás los malos momentos y aprender que el amor no es más que
la esencia de la vida, energía que inicia un ciclo que transforma y convierte.
Recuerda que llorar es explicarle a tu ego la fragilidad
en la que te sostienes, extirpar el dolor, apaciguar el mar interno, suspirar y
volver a navegar.
Recuerda que reír es demostrarte que la felicidad
no es heredada por ideologías; si no que es pactada entre tu alma, tus
sentimientos y el momento. No permitas que te engañen con la felicidad del más
allá, lo vivido y experimentado es lo recordado.
Recuerda que lo eterno no existe, lo perfecto es
construcción lingüística y la muerte simplemente un cerrar de ojos y dejar de
respirar.
Recuerda que ayudar es de grandes y de sabios, que
agradecer es de humildes y exitosos y la servicialidad es un don que se
cultiva, ejercita y reconforta.
Recuerda que los valores son enseñanzas de tus
mayores, son alimentos en ese camino transitado, son opciones en el día a día y
satisfacción por ser como eres gracias a lo que te han enseñado.
Recuerda que la melancolía es frescura, alivio
para el alma, un tiempo de alejarse para volver íntegro, sano y con mejores
capacidades.
Recuerda que la soledad a veces es amiga otras,
enemiga; puede ser sabiduría y remedio natural o, tal vez, destrucción y con
falsas expectativas. No permitas que domine tus sentimientos, eres dueño de tu
alma y moderador de tu existencia.
Recuerda que escuchar y aconsejar es de personas
sensatas, preocupadas y dispuestas a enseñar, sabiendo que hoy te toca a ti y
que mañana, quizá, me toque a mí.
Recuerda que juzgar te envenena, alimenta tu
orgullo incapaz de hacerte ver en el espejo, te lleva a la cama pensando en
cómo destruir y jamás en tener el dulce sueño de la más apreciada vida que
podrías escoger.
Recuerda que los caminos son espinosos, las
enfermedades están, las muertes aparecen y que el dolor es inevitable. Pero
recuerda que eliges el destino, evades las espinas, superas etapas, el dolor se
relaja, las noches son largas, solas, pero al final, poco a poco, el alivio
aparece.
Recuerda que somos humanos, la finitud existe, si
me equivoco dímelo, no gires la cabeza y te olvides que aquí estuve.
Recuerda que la soledad duele, destroza, agota, aísla
y te lleva a su guarida, si puedes empújame a la claridad, enséñame que la vida
también es armonía, paciente y con ganas de darme otro empujón.
Recuerda que los años pasan, lo que fui quedó en
aquellas fotografías, lo que era ya no es lo que ves, la piel se desgasta y el
tiempo amenaza con detener los últimos segundos, si estás aquí, todos los días
dime te quiero o simplemente, dame un beso.
Recuerda que estuve. Cuando recuerdes esos días o,
la tristeza y el silencio quieran imitar mi nombre, escucha el sonido de aquél
piano, déjate llevar por los recuerdos que jamás mueren, esos que nos hacen sonreír,
llorar y suspirar.
Simplemente, tus recuerdos.
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